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Por Obed Campos.

Así como hace cuatro años nadie podía dejar de hablar de él, ahora que supuestamente su carrera va de bajada tampoco, porque en Nuevo León no hay quien diga que quiere a Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, pero todos se cuelgan de su fama y no dejan de que su nombre les llene la boca.

Toda la clase política y más abajo, los grillos de café, y “los iluminados” que leen disciplinadamente los periódicos todos los días, dicen que no lo quieren ni tantito, pero nadie deja de hablar de él, ni por unas horas…

Así, políticos encumbrados, benjamines o principiantes, de todos los partidos políticos, de todas las corrientes ideológicas, hoy mismo ya buscan sus reflectores para tener presencia en sus establos, en sus territorios, en el mundo mediático a costas del otrora súper popular hombre de Pablillo, municipio de Galeana, Nuevo León, el “hombre del sombrero”.

Senadores, legisladores locales y federales, integrantes de las llamadas Organizaciones No Gubernamentales, bueno hasta juntas vecinales y mesas directivas andan a la cacería de coyunturas para hacerse notar, colgándose de la desgracia política del otrora hombre fuerte de la política de Nuevo León.

Todos, coincidentemente, buscan los reflectores utilizando un producto muy vendible.

Ese producto es nada menos que El Bronco, sí el mismo Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón.

Todos aseguran no quererlo, odiarlo con todas su fuerzas, pero bien que se agarran de ese mecate para salir en la TV, en los noticieros de radio, en las llamadas redes sociales, en las primeras planas de los periódicos…

Los Senadores, por poner un ejemplo, Víctor Fuentes y Samuel García, se quejan de que Rodríguez Calderón tiene que dejar la gubernatura por mil y una causa y de que no ha hecho nada por gestionar más recursos ante el Gobierno de López Obrador.

Como novias caprichosas, ambos legisladores, junto con los diputados federales y locales, y sus respectivos presidentes de partido, aseguran no querer al Gobernador.

Ah, pero todos los días y en cuanto ven grabadora, cámara o micrófono enfrente, se le lanzan a la yugular al hijo predilecto de Pablillo.

El asunto es aparecer en los candeleros políticos y en todas las sopas, o en politiquerías. Es decir, nadie lo quiere, pero todos usan su nombre para tener al menos esos cinco minutos de fama tan escasos.

No lo quieren, pero lo extrañan y por eso hablan de él hasta por los codos.

obed@sdpnoticias.com

@obedc

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Autor: lostubos
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