Por: Eloy Garza.
Ayer, el vagón de un juego mecánico de la Feria de Chapultepec, operada por Ventura Entertainment, se descarriló, matando a dos personas y dejando heridas a otra cinco. Hace meses, en febrero, un grave accidente en Six Flags, causado por un juego mecánico en mal estado, casi mata a mi sobrino Carlos Joel, y lo dejó postrado en una silla de ruedas.
Ambos casos, el de los dos muertos y el de mi sobrino Carlitos, revelan que en México hay juegos mecánicos que son prácticamente chatarras; fierros en mal estado que ponen en riesgo la vida de nuestros familiares, que solo buscan un rato de sano esparcimiento. ¡No se vale!
La respuesta de Six Flags, en el caso de mi sobrino, fue difamar brutalmente al muchacho, secundado por algunos medios. En vez de corregir el desperfecto mecánico, iniciaron una campaña de mentiras y calumnias viles en redes sociales (bots incluidos), para culpar a mi sobrino y exculpar cínicamente a Six Flags de cualquier responsabilidad. A esa infamia se prestaron algunas oportunistas figuras de prensa que francamente no tienen madre.
El caso de las víctimas de la Feria de Chapultepec tuvo un tratamiento distinto: dado que hubo dos muertos, a la empresa que opera ese parque de diversiones, no le quedó otra más que apechugar, y reconocer que la culpa fue su maltrecha atracción, carente de las mínimas medidas de seguridad. ¿Apoco será la única?
Tal parece que algunas empresas preferirían que la víctima de un accidente muera a que quede viva, para evitar incómodas compensaciones futuras y para que la nota acabe disolviéndose en el previsible olvido público. ¿Se imaginan la cuantía de accidentes que nunca salieron a la luz pública porque las empresas compraron el silencio cómplice?
¿Por qué en nuestro país casi no existen demandas por accidentes en los parques de diversiones, a diferencia de otros países como EUA, Francia o incluso Argentina o Colombia? Esto, a pesar de que en México se usan con total descaro muchos juegos mecánicos chatarras y algunos periodistas están más que dispuestos a culpar a las víctimas, y a exonerar a las empresas culpables, tan sedientas ellas en ganar millones de dólares, a costa de la vida de la pobre gente. Es tiempo de que las cosas cambien. ¿O cuántos más muertos o menores postrados para siempre en sillas de ruedas necesitaremos para que esas empresas irresponsables tomen al fin conciencia y se haga justicia?