Por Obed Campos
Espero que usted, que me hace el favor de leerme a diario en estas líneas, no sea parte de esa mayoría que le gusta quemar su dinero, contaminar y poner y ponerse en riesgo, al quemar fuegos artificiales, llamados en México cohetes o cuetes.
El riesgo que implica, y que llevó a varios ayuntamientos del área metropolitana de Monterrey a prohibir su venta, quedó de manifiesto ayer con “un accidente” en Juárez, Nuevo León.
Pongo lo de “accidente” entre comillas, por no llamarlo como lo que es: una imbecilidad.
Resulta que un cuete de los llamados buscapiés le cayó encima a un bebé de un mes de nacido y le explotó entre sus ropas, mientras era amamantado por su madre en el portal de su casa.
El bebé resultó con graves quemaduras de primero y segundo grado en varias partes de su cuerpecito y, aunque ya está fuera de peligro, esperan este lunes someterlo a cirugía en un hospital del IMSS aquí en Monterrey.
No creo que vaya este a ser el último accidente con fuegos pirotécnicos de este fin de año.
Y tampoco creo que la autoridad de con el o los responsables, quienes seguramente son menores de edad poco vigilados por sus padres.
¿Cómo reparar el trauma de un recién nacido a quien le estalla un cuete en su cuerpecito?
