Por Obed Campos
La tragedia del Colegio Cervantes de Torreón, Coahuila, ocurrida esta mañana, debe de servir de lección para los que claman que las leyes mexicanas cambien y que se facilite (aun más) el tráfico y la portación de armas de fuego.
¿A quien vamos a culpar en este caso por la masacre de la escuela, que ese encuentra ubicada frente al popular Bosque Venustiano Carranza, en el centro de la ciudad lagunera?
El agresor, de no más de 11 años, aparentemente se suicidó tras asesinar a una maestra y dejar lesionados de gravedad a cinco de sus compañeros y al profesor de educación física.
Las causas, son las de siempre: que el menor era adicto a los videojuegos violentos, dicen unos, otros señalan que estaba deprimido por la reciente pérdida de su madre y la ausencia de su padre…
En todo caso la facilidad para hacerse de las dos pistolas con las que cometió la agresión, es lo que debería de averiguarse.
La Laguna todavía no sale del duelo en que años del imperio de la anarquía y narcoterrorismo dejaron en esa tierra…
Es cierto que los malos no piden permiso para armarse, pero como gente civilizada tenemos que ceñirnos a la ley.
Y es esta Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, le aseguro, la que nos ha protegido muchas veces sin saberlo nosotros, de que tragedias como la de Torreón, (y varias acá en escuelas de Monterrey) no se repitan.
