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Por Félix Cortés Camarillo

felixcortescama@gmail.com

Los viejos amores que no están,

 la ilusión de los que perdieron.

Todas las promesas que se van

Y los que en cualquier guerra murieron.

Todo está guardado en la memoria

Sueño de la vida y de la historia.

Leon Gieko, «Memoria»

            A propósito de la tragedia que la mañana de ayer amaneció en  la región de La Laguna, que une y separa los estados de Coahuila y Durango, escuché a un comentarista de radio decir que el hecho de un niño que lleva a su escuela armas de fuego y dispara contra maestra y condiscípulos para luego suicidarse era un hecho inédito. Eso sólo lo vemos en las escuelas de los Estados Unidos, con la enorme enajenación que ese país sufre, dijo.

            No se trata de exponer la equivocación del compañero; era sin embargo evocar que hace dos años en mi querido Monterrey, a dos cuadras de mi casa se dio un suceso exactamente igual, al detalle, en el Colegio del Noreste, al pie del Cerro del Mirador. De la misma manera, un mozalbete enajenado por sabe Dios qué causas, medió a su mochila la pistola presumiblemente de su padre y en el salón de clases le disparó a su maestra, a la que dio muerte, hirió a varios compañeros de clase y se metió un tiro por doquier. Un caso casi copiado al detalle en el caso de Torreón. El joven de Torreón llevaba una pistola calibre .22 y otra 45.

            Tenemos una memoria muy corta. Especialmente la memoria colectiva: cuando somos salpicados directamente en nuestro existir o de los queridos nuestros, eso no se nos olvida nunca. La memoria común es cómplice del olvido casi inmediato. Ayer todos los informativos comenzaron con esa noticia, y hoy los diarios impresos la llevan en prominente sitio. Dentro de quince días nadie recordará la tragedia de Torreón en la escuela Cervantes.

            En uno de sus veinte poemas de amor, Pablo Neruda dice bellamente lo que pasa cuando el dolor nos toca directamente: “Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero; es tan corto el amor y es tan largo el olvido”.

            No es ocioso hacer notar que a partir del emerger de las llamadas redes sociales, que son una forma excelente de la democratización de la información, el lapso entre un acontecer y su registro perdurable se ha reducido exponencialmente. Los twitters, memes, chismes y noticias falsas duran en el subconsciente colectivo tal vez menos que la memoria del sonido del canto de un gorrión. A fin de cuentas, la tecnología nos ha llevado a la esencia del periodismo informativo: hay que saber de todo, aunque sea solamente un poquito. La amplitud de la laguna del conocimiento va en proporción inversa a la profundidad de sus juicios. Por eso, las redes sociales hicieron de un ciudadano con acceso a un teléfono celular un reportero inexacto en potencia.     El que sea un reportero fallido por ingenuidad o culposo depende de una cosa que se enseña poco en nuestras escuelas y se practica poco en nuestra vida pública, la ética.

PARA LA MAÑANERA.-  Con todo respeto, señor presidente: En lugar de gastarse carretadas de millones de pesos en hacer casi dos mil sucursales de su banco patito del Bienestar, oficinas que serán de una sola ventanilla, la del reparto de las limosnas, ¿no sería más conveniente, provechoso y austero, encomendarle esas funciones a instituciones que ya están establecidas, como Correos, Pan Bimbo, las cerveceras o la cadena OXXO que ya están en esas lejanas poblaciones a las que quiere servir? Si a usted le van a cobrar  diez pesos de comisión por cada remesa de los paisanos a sus familiares, su modelo económico sale ganando.

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: Félix Cortés Camarillo
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