Ábranla que ahí viene Juana Gallo
Va gritando en su caballo ¡Viva la Revolución!
Para los que son calumniadores, para todos los traidores
Trae bien puesto el corazón….
Juana Gallo, Ernesto Juárez Frías
Cuando los pueblos no conocen bien su historia, cosa que sucede en la mayor parte de las naciones del mundo, suelen inventarse mitos o legitimarlos por la costumbre; luego llegan los medios y le acaban de poner en la madre a la verdad histórica.
La mujer que en el cine interpretó para Miguel Zacarías María Félix ni se llamaba Juana ni se apellidaba Gallo, ni fumaba puros ni tuvo jamás en sus manos un rifle. El personaje histórico se llamó Angela Ramos Aguilar, una zacatecana de cuna humilde que nació en 1876 y murió víctima de la miseria y el alcoholismo –que son enfermedades que suelen andar juntas- en 1958. Hay en Zacatecas una casa en la que supuestamente vivió, dedicada a su memoria. Nunca fue revolucionaria y su contacto con los hombres de armas fue primero el haberse fugado de su casa a los 17 años con un capitán que la preñó de un hijo que murió recién nacido.Su revolución fue más bien la guerra cristera, en donde al menos con su verboi fue activa participante y defensora del clero y la fe.
Sí siguió cerca de los militares, porque frecuentaba la entrada de las cantinas, donde vendía tacos de canasta y aceptaba tragos de los hombres; no era, ni con mucho, de la belleza de María Félix y jamás se le supo de pareja o descendencia. Es cierto que era mujer brava y atrevida, pero sus armas fueron mayormente el lenguaje que –no sé por qué- se atribuye a los carretoneros: Tal vez la única línea históricamente válida en la película de Zacarías es la de “échenle mentadas, que esas también duelen”, animando a los revolucionarios.
Así se hacen los mitos. En estos días estamos viviendo el surgimiento de una modalida del mito de Juana Gallo. Cierto, el índice de violencia hacia las mujeres, el de los feminicidios, vaya, es alaramantemente grande. La exigencia hacia el gobierno de los abrazos no balazos para que mueva siquiera un dedo en defensa de nuestras mujeres es más que justificada. La indolencia de la autoridad para ver un problema de esta magnitud es irritante.
Pero a partir de esos principios innegables estamos dejando que se monte un movimiento que es el machismo a la inversa. Mujeres agresivas, violentas, enmascaradas, desatando impunemente actos vandálicos. Mujeres encapuchadas que no dejan a los hombres que somos solidarios con sus exigencias ni siquiera acercarnos a sus manifestaciones, ni aún en el caso de los reporteros que se acercan para dar difusión a sus planteamientos. La intolerancia, la cerrazón, que se han vuelto símbolos del ambiente político de este sexenio, se está manifestando de una manera absurda, senil, idiota. Que mucha culpa en ello resida en la abulia del gobierno actual no quita responsabilidad a las manos, negras, grises blancas o azules, que están meciendo una cuna que estaba lista para ser mecida. Pero desde luego tampoco libera de responsabilidad a quien está obligado, por mandato de ley, a garantizar los derechos de los mexicanos, hombres y mujeres.
Y el derecho número uno es el derecho a la vida. La Juana Gallo que nos vendieron en el cine no existió, no traten de volver a inventarla.
PARA LA MAÑANERA.- Con todo respeto, Señor Presidente: ¿Cree usted honestamente que comprando gasolina cara y gringa que se vende en expendios de Pemex se esté rescatando la soberanía nacional, como dicen sus anuncios en los medios electrónicos?