“No son buenos los extremos aunque sea en la virtud”
Santa Teresa de Jesús
El video se volvió viral en las redes sociales. Un hombre de la tercera edad, con visibles problemas de movilidad y ayudado por un familiar, recibe la recriminación de una feminista por haber tenido el atrevimiento de subir a un “vagón rosa” del Metro en la CDMX y la exigencia de bajar de inmediato so pena de acusarlo ante los vigilantes.
La reacción del resto de las pasajeras es la lógica de cualquier ser humano bien nacido y con un poquito de criterio, defender al anciano que no puede sostenerse en pie por si mismo y que no representa ningún peligro para las damas en su alrededor. Pero no, la joven ataviada como punk se monta en “sus trece” y el pobre hombre y su familiar no tienen otra que bajar del vagón.
Técnica y legalmente la “quejosa” tiene razón, porque la Ley de Movilidad no contempla excepciones y aplica para todos, ancianos y personas con dificultades de movilidad incluidos, pero vamos, aquí el tema no se trata de leyes o reglamentos, sino de sentido común y de, además, tener “tantita madre”.
Porque más que la queja o argumentos de la feminista encanijada, lo que en verdad molesta es su actitud corporal ante las diez mil mentadas de madre que le da el resto de las usuarias, en una actitud indolente, prepotente y altanera.
No quiero imaginar las dificultades para que ese pobre señor y su familiar abordasen una unidad normal y vaya usted a saber si los retrasados mentales que abundan en ellas le habrán cedido un asiento.
En Monterrey es verdad, nadie respeta el “vagón rosa” y por eso las quejas. Es tanta la necesidad de movilizarse que a los hombres les vale “una pura y dos con sal” y se suben al rosa como si nada y los guardias del Metro tampoco les dicen ni prohíben que lo hagan, de manera que todo se convierte en un círculo vicioso porque se montan ahí ante la falta de vagones y el sobrecupo de las horas pico.
Igual sucede con los lugares de estacionamiento reservados para personas con capacidades diferentes. Es común en Monterrey observar la manera en que a muchas personas no les importa dejar sus vehículos en esos lugares a pesar de no tener ningún impedimento físico, pero también he sido testigo de la manera en que algunos han reclamado a alguien con evidentes problemas el ocupar esos cajones y sólo porque no trae una placa o una señal en el espejo retrovisor.
Criterio sería la palabra clave.
Aplicar un poco de razonamiento y entender que no todas las reglas deben ser absolutamente rígidas, por lo que debe existir un espacio para casos de excepción.
Respeto y un mucho de humanidad deben ser las claves para sobrellevar nuestras relaciones con los demás en sociedad, ponernos un poquito en sus zapatos y entender que nada ocurre si un día dejamos pasar las cosas y con ello le facilitamos la vida a una persona.
ftijerin@rtvnews.com