Por Eduardo Campos Sémeno
Diario del Coronavirus 024. 8 de abril de 2020
1,499,067 infectados confirmados
87,810 muertes reportadas
10:15 PM
Esto del aislamiento social está resultando un concepto difícil de digerir para muchos mexicanos. Por un lado, vemos en los medios que autoridades de todos los niveles invitan, urgen y hasta amenazan a los ciudadanos para que se queden en sus casas y salgan sólo para lo esencial, pero por otro lado hay plena evidencia de que algunos, no pocos, nomás no les hacen caso.
En una nota de hoy, leo que alcaldes de municipios alrededor de la zona metropolitana de Monterrey se juntan virtualmente para “endurecer las medidas contra la gente que circula en la calle” y básicamente anuncian que cerraron plazas y parajes turísticos populares por lo que, aunados al cierre de tiendas y restaurantes, hacen inútil e impráctico querer andar de visita.
Sin embargo, al mismo tiempo veo un video del Diario de Coahuila que da cuenta de un retén instalado a la entrada del municipio de Arteaga, en ese vecino Estado, con el que la autoridad está impidiendo el paso a los parajes de la Sierra en esa zona, siempre muy visitada en la Semana Santa.
Lo que me impacta es que para la revisión, por la que se dejaba pasar sólo a los residentes del área, se acumulaban carros por casi dos kilómetros, lo que indica que no eran pocos los “tercos” que insisten en ir a turistear, a pesar de la pandemia y sus restricciones.
Y cuando van ya unos 15 días de que se decretó el “quédese en casa” como arma contra el coronavirus, los que estamos en la Ciudad tratando de acatar las medidas de prevención a veces nos sentimos hasta inadecuados.
En los noticieros se reporta sobre mucha gente que anda en el Centro de la Ciudad muy a gusto en plazas o entre puestos ambulantes; mientras, mi esposa va al supermercado por primera vez en cuatro días y enfundada con guantes y cubre-bocas, sólo para regresar y contarme que se admira de tanta gente que anda de compras ahí, pero sin la más mínima protección, como si nada estuviera pasando.
Entiendo que estos son tiempos de incertidumbre y que a veces ya nadie sabe qué hacer o a quién hacerle caso. Pero si hay conceptos que son mundiales como el aislamiento, la sana distancia, los guantes y los cubre-bocas, también me parece una necedad no acatarlos.
Especialmente cuando todo ese aislamiento decretado por las autoridades está resultando tan costoso para la economía y la sociedad. Si ya estamos pagando el precio por el aislamiento, ¿qué caso tiene no hacer caso de encerrarse y, al contrario, tratar este tiempo como si fueran vacaciones?
En otras palabras, ¿qué parte de aislamiento no se entiende? Pregunta muy importante cuando, al momento de escribir este diario, estamos por llegar al millón y medio de infectados en todo el planeta, 3,181 de ellos aquí en México.
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