Por Eduardo Campos Sémeno
Diario del Coronavirus 025. 9 de abril de 2020
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10:30 PM
En su excelente libro “Prosperarás. Diez mandamientos para hacer dinero.” (“Thou Shall Prosper, Ten commandments for making money.”) el Rabino Daniel Lapin enseña los principios y métodos que históricamente ha seguido el Pueblo Judío para ser reconocido como uno de los más prósperos del planeta.
Pero aún antes de todo eso, en la mera introducción, el Rabino Lapin nos da una lección muy apropiada para estos tiempos de incertidumbre económica.
”En cada época la gente piensa que las cosas son realmente diferentes”, nos dice el rabino. “Después de la Primera Guerra Mundial, la gente realmente creía que nunca más se pelearían más guerras. Después de la Segunda Guerra Mundial la gente se prometió que nunca más permitirían que ocurrieran genocidios”.
“Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la gente pensó que el mundo nunca sería el mismo otra vez. Después de que se colapsaron los mercados en el 2009 y que se vino una recesión mundial, la gente pensó que todo había cambiado. Los negocios nunca serán los mismos”.
Todos estuvieron correctos, pero al mismo tiempo todos estuvieron equivocados, completa el Rabino. El cambio es una constante de la vida, pero en el fondo hay cosas que nunca cambian y es en esas incambiables se basa el progreso y la perseverancia de las economías. Tal vez las crisis sigan ocurriendo, pero la gente seguirá moviéndose, viajando y buscando el comercio, los bienes y servicios.
Fuera de cualquier cliché, hay que escuchar la voz de un pueblo que ha sufrido milenios de infortunios y que ha salido adelante a pesar de la persecución y el casi exterminio. Siempre hay una forma de superar las crisis y de que las cosas sigan adelante, especialmente en los negocios.
Todos los que están empanicados por el miedo que nos han tratado de infundir los miembros de la IP y sus defensores en esta época de coronavirus, deben recordar que México ha tenido sus muy particulares crisis que en su momento dieron miedo. Momentos difíciles y decisiones peores que duraron no meses, sino años. Y aquí estamos.
Y el hecho de que los miembros de la IP estuvieran disgustados o contentos ante las decisiones oficiales nada tuvo que ver con la resolución de los conflictos. Cuando José López Portillo nacionalizó la banca, toda la IP condenó la jugada y dijeron trabajar a regañadientes con el también control cambiario que, luego, ayudó a Miguel de la Madrid a estabilizar la economía, no sin mucho sacrificio de la sociedad y enorme inflación.
Pero, en cambio, los industriales y sus representantes estuvieron encantados en el sexenio siguiente y cantaban loas a Carlos Salinas de Gortari, sobre todo cuando el presidente realizó el mayor tianguis oficial de la historia y les vendió Telmex, TV-Azteca y toda la Banca. Un grupo se llevó Banamex, otro Bancomer y así la repartición tuvo contenta a la IP.
¿Pero qué pasó luego de semejante alegría y apoyo de la IP? Pues una de las peores crisis económicas de la historia moderna, no bien había acabado el sexenio del autor de la “salinastroika”. Ah, ¿y los bancos que tanto pelearon los miembros del CCE? Dos décadas después, todos en manos de extranjeros.
O sea, pueblo de México, no porque lo digamos yo y el Rabino Daniel Lapin, pero hay que estar tranquilos. No ha habido terremotos ni tsunamis. Las plantas productivas ahí están intactas, sin actividad, pero listas para arrancar. La fuerza laborar está en sus casas, con miedo al coronavirus, pero impacientes por irse a trabajar.
El mercado está listo para los que proveerán bienes y servicios. Si en esta crisis muere la Pyme “ABC”, ahí estará la Pyme “XYZ” para tomar su lugar. Es la Ley de la Vida.
Peor para no ponernos tan solemnes, mejor como decía el Chapulín Colorado, “¡Que no panda el cúnico!”
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