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Por Félix Cortés Camarillo

Donde no hay consuelo ni ascensor

El desamparo y la humedad

Comparten colchón.

Y cuando por la calle pasa

La vida como un huracán

El hombre del traje gris

Saca un sucio calendario del bolsillo y grita:

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Joaquín Sabina, ¿Quién me ha robado el mes de abril?

            Sin afán de presumir de artes adivinatorias, la realidad nos parece sugerir que hacia finales de esta semana, cuando concluye el mes que, según T. S. Elliot, es el mes más cruel, la pandemia que ha cambiado para siempre nuestras vidas aparenta entrar en su punto de inflexión en el que las infecciones y las muertes comenzarán a disminuir y nosotros tendremos permiso para retomar algo de lo que antes de este año llamábamos vida. Por lo menos eso parecen intuir igualmente tercos, los pueblos y gobiernos más afectados.

            Así, ayer los niños españoles pudieron salir por primera vez a sus calles y parques, con precaución extrema y ausencia de contacto físico con los demás, por un par de horas. Igualmente, y por motivos diferentes, decenas de pobladores de Miami desfilaron por las calles costeras haciendo sonar sus bocinas en apoyo al presidente Trump y su planteamiento de que toda industria es esencial y urge regresar a la vida de antes.

            En México podemos irnos con el señuelo de que el número de infecciones de todos los días revirtió el incremento que venía registrando; los muertos parecían ser menos ayer por la noche. Todos deseamos que así sea, porque estamos conscientes de que el gobierno no tiene suficiente disponibilidad de personal, equipamiento e instalaciones médicas si la epidemia continuara como iba marchando.

            El gobierno mexicano carece de dinero, eso se manifiesta todos los días en las imprevistas decisiones atribuidas a una imprescindible, ilegal e indiscutible austeridad que pretende quitarle el 25% de sus sueldos a los empleados públicos –incluyendo a los de Pemex– de cierto nivel, con posibilidad de supervivencia. Los recortes al gasto público se extenderán a minucias como los lápices con borrador o las hojas de papel Bond. No se toque, sin embargo, a los tres proyectos faraónicos de este siglo, Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía; ni hablar de las limosnas con gorgojo para los sembradores del futuro, los aprendices de nada o las becas a los ninis: son simples cifras que abonarán en beneficio de la prometida cifra millonaria de empleos que para finales de este año podrá presumir la Cuarta Simulación.

            La incapacidad del equipo del presidente López para hacerle entender a su jefe de que la única forma de iniciar un ensayo de rescate de la economía nacional es facilitarle a los empresarios patriotas de este país –que los hay– cierto campo de acción para que recuperen gradualmente la actividad que les es propia, ganar dinero.

            Los empleos no son creados por los gobiernos sino por las industrias y el comercio, que requieren incentivos para crecer. Así de simple. Así lo están entendiendo los gobiernos de España, los Estados Unidos, China, Italia, Gran Bretaña y todas las economías afectadas seriamente por el Covid 19. El de México, no.

            Terminemos abril, el mes más cruel,  con un gesto digno: pidámosle al presidente López que se entere que es un error pensar que con el fin de abril se acaba la pandemia y sus consecuencias.

            Lo peor, el presidente López lo sabe, está por venir.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA, porque no puedo entrar sin tapabocas.- Señor Presidente, con todo respeto: ¿por qué se niega a pedir prestado a corto plazo y con interés bajo, si después de todo somos nosotros los que lo vamos a pagar?

felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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