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Por Obed Campos

En pleno año 2020, en plena era de la información, vivimos una de las épocas más oscuras de la historia humana.

Todavía son muchos los que piensan que el asunto del coronavirus o Covid-19 es un engaño trasnacional detrás del cual se encuentran los malos de la película de siempre.

Ojalá y fuera así, para que las familias que han tenido pérdidas no sufrieran tanto.

En lo anímico y en lo económico.

Ayer se dio una de las más tristes historias de lo que va de la epidemia en Nuevo León: el fallecimiento de un médico particular, víctima de Covid-19.

La esposa del galeno se debate entre la vida y la muerte y ha sobrevivido ya a dos infartos. Y por si fuera poco, su hijo, de 29 años, también está grave de coronavirus.

Estas son gentes de verdad y no números de una fría escala, a los que hay que sumar al elemento del Ministerio Público de la Fiscalía General de Justicia, cuyo caso, tras confirmarse la infección, obligó al cierre de las oficinas de la Fiscalía en la zona norte de Monterrey.

¿Tiene usted idea de cuánta gente acude a diario a esas oficinas? Son cientos, pero pueden ser miles.

Ah, y en Apodaca, Nuevo León, en la Secretaría del Ayuntamiento una secretaria dio positivo al examen, lo que obligó a una maniobra parecida a la de la Fiscalía.

Es ahí donde no se entiende la necedad —porque eso es: necedad— de querer abrir negocios no esenciales a destiempo.

Ven la tempestad y no se hincan.

obed@sdpnoticias.com
@obedc

Fuente:

Vía / Autor:

// Obed Campos

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Autor: stafflostubos
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