Por Eloy Garza González
Se avecina una catástrofe por culpa nuestra. En México se han relajado las medidas sanitarias y el semáforo de todos los estados de la República lucen un rojo hormiga: el color de la vergüenza.
El propio titular del IMSS, Zoé Robledo dio positivo al Covid-19. Su círculo de relaciones está en corazón del gabinete presidencial. Pésima noticia. Deben frenarse de inmediato las giras del Presidente a los estados. No queda de otra. Aunque se enoje.
Nuevo León, por poner un ejemplo, amaneció con 168 casos adicionales. En total van 3,561 infectados. Ayer se registraron 7 muertos más. Por fortuna, los espacios hospitalarios de este estado no llegan a 25%. Hasta ahora.
Pero en las plazas comerciales de Monterrey y Guadalupe, donde tengo dos negocios míos, ya abrieron todos los restaurantes, bares y antros, con venta de cerveza que transportan de Coahuila. Todos, sin excepción, están abiertos, por arriba o por abajo del agua. Menos los dos míos.
Yo no quiero contribuir al número de muertos de Nuevo León. No sería capaz de incurrir en esa grave irresponsabilidad. Aunque como muchos otros micro empresarios esté perdiendo lana. Ni modo. Es mi decisión.
Pero la repuesta que me dan todos (amigos y no amigos) a mi voluntad de no abrir es siempre la misma: “no has de necesitar ingresos. Allá tú”. “Mientes, ya se acabó la cuarentena”. “No exageres”.
Formulo una reflexión:: si con los negocios cerrados, empeoraron los casos de coronavirus a niveles alarmantes, ahora ya abiertos y con la gente en la calle, ¿qué nos va a pasar? ¿Tendremos que encerrarnos de nuevo en nuestras casas, declarando el toque de queda?
