Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos;
la edad de la sabiduría y también de la locura;
la época de las creencias y de la incredulidad;
la era de la luz y de las tinieblas;
la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”
Charles Dickens
A pesar de que han transcurrido ya algunos días, sigo sin poder definir si lo sucedido el viernes pasado en el Congreso de Nuevo León fue un acto con referencia al pasado o con visión al futuro.
¿Fue un intento de justicia, de venganza o una inversión para el 2021?
Y es ahí donde me asaltan las preocupaciones, porque tengo la impresión de que lejos de pensar en la justicia, lo que verdaderamente mueve a nuestros legisladores es el interés de colgarse medallas con la cabeza puesta en los comicios del año entrante.
Actúan, gritan, lloran como Magdalenas, se rasgan las vestiduras, hacen circo, maroma y teatro, claman con elocuencia por justicia pero en realidad no están pensando en ella y mucho menos en el bienestar de la ciudadanía.
Sí, esas ovejitas de tan buenos sentimientos y henchidos pechos que fervorosamente se disfrazan de justicieros, son en realidad lobos que intentan vernos la cara de tontos y conseguir llevar agua a su molino político para las siguientes elecciones.
Y no atino a saber quién entonces es más culpable, si los acusados o quienes haciéndose pasar por férreos fiscales y defensores del pueblo que en realidad nos tratan de engañar para sacar provecho electorero.
Tanta vehemencia en su afán mueve a la duda. Sus iracundos argumentos y acusaciones llenas de calificativos a quienes no comparten su opinión simplemente refuerzan la teoría de que algo esconden y no hay que ser muy sabio para entender el fondo que los mueve.
Mucho mejor harían en dejar el asunto por la paz y dedicarse a hacer cosas de verdadero provecho por Nuevo León, si en realidad quieren que los tomen en cuenta el año entrante.
