Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Epigmenio Ibarra y John Ackerman se asumen de izquierda, lo son si la entendemos como cero a la izquierda. De poco valen los grados académicos y la creatividad narrativa cuando a las primeras de cambio las redes sociales sirven de escaparate para las pulsiones, para las pasiones. Epigmenio y John no han entendido que, como el adjetivo de Vicente Huidobro, cuando Twitter no da vida, mata.
Epigmenio, a diferencia de sus producciones televisivas, dejó que el actor dirigiera su, en este caso, documental. Más que sometido, embelesado, Ibarra nos entregó una serie catastrófica donde poco mostró al ser humano Andrés Manuel y mucho al presidente López Obrador. No incursionó, alabó. Su trabajo ya es prescindible, cualquier video sobre Madero, Zapata o Villa, es mejor que sus horas y horas y horas de aburrimiento. No hizo periodismo, hizo propaganda, y mala.
John Ackerman se quiere revolucionario, debió de aprender de otro gringo, él sí un verdadero periodista, su tocayo John Reed quien se involucró en la Revolución mexicana, nunca desde la comodidad de un cubículo. Ackerman, no sé si la historia lo registre, ni siquiera es una caricatura, es un trazo despectivo para la democracia mexicana.
Ackerman es una estrella reciente en la ¿constelación? de la 4T. Epigmenio ha sido un productor en los cambios de mentalidad de telenovelas en el país. Ninguno ha aportado ideas nuevas a la transformación. Son caja de resonancia. Paco Ignacio Taibo II, por ejemplo, es un ser singular en la izquierda latinoamericana y en la novela negra iberoamericana. Hay niveles, hay izquierdas.
Esta plataforma neoliberal de Twitter acaba con las reflexiones y las genuflexiones. Vemos a seres inteligentes como John y Epigmenio lanzando tuis basura. Ellos no son los ideólogos de la 4T. La transformación requiere de argumentos, no de pulsiones. Defenderse es claudicar. Sus tuits los hacen ver como un par de tontos; cuando el ansia nos gana, no hay capacidad de reflexión.
Como el pez, cada tuit por sus 140 palabras, muere. ¡Lástima!