Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.” // Aldous Huxley
Y de nuevo a repetir la historia.
La misma de siempre en Monterrey desde que tengo uso de memoria. La misma de cada lluvia, de cada tormenta, de cada huracán.
A desgarrarse las vestiduras y criticar que no tenemos un drenaje que pueda conducir de manera eficiente las aguas sin causar destrozos ni poner vidas en riesgo.
A ver cómo los pavimentos, nuevos y viejos, dan paso a los baches y de otra vez las críticas y las acusaciones por calidades y garantías, por costos y sobreprecios.
Y otra vez a ser felices y a desperdiciar el agua que ha llenado nuestras presas olvidándonos de una cultura del consumo y de prever para el futuro. Ya llegará otro huracán a salvarnos del peligro.
Nuevamente volverán los pobres a habitar las laderas de ríos y arroyos y los voraces fraccionadores construirán casas en cañadas y pasos de agua y unos incautos caerán creyendo que construyen su patrimonio de futuro sin saber que como la casa de los cochinitos, se caerá con las primeras lluvias.
Y volvemos a saber de la inconsciencia de muchos que creen que su carro es lancha.
Hoy, por lo menos, hubo algunos avances como el detener por completo el transporte, medida que aunque muchos criticaron, me trajo el recuerdo de aquel viejo camión y los autobuses que se quedaron varados a mitad del Santa Catarina con pasajeros adentro que desde las ventanillas sacaban pañuelos pidiendo auxilio.
Y todo se detuvo un día completo y nada pasó y muchos se salvaron, vamos avanzando.
Pero es claro que estamos destinados a repetir la historia.
El problema es ahora para los políticos porque con las elecciones encima, y sin dinero, deberán hacer malabares para tapar los hoyos y rescatar algo de su prestigio… hablo de los que piensan estar en las boletas electorales.
Seguimos siendo los mismos.
