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Por Félix Cortés Camarillo

Es de todos sabido que la historia la escriben los vencedores y que la narran a su imagen, semejanza y conveniencia. Y que cuando no hay documentación probada para apoyar sus asertos, los vencedores inventan mitos.

No solamente en México. La derrota de Waterloo está bordada de ornamentos falsos; lo mismo la batalla de Stalingrado o el suicidio de Hitler, el Ejército del Ebro, la guerra en el Congo Belga, la de las Malvinas o el triunfo de la revolución castrista en Cuba. Nada de lo que se dijo y se dice hoy de todo eso, es totalmente cierto. Muy probablemente es totalmente falso. Hay mucha mitología flotando por ahí.

Los mexicanos somos los magos del mito.

A propósito de la efeméride, el cura Hidalgo no dio su grito en Dolores el 15 de septiembre a las once de la noche. Tampoco tañó él la campana, lo hizo la madrugada del 16 el campanero, llamando a misa y el cura salió a arengar al populacho para, dice otro mito, “ir a coger gachupines”. Hidalgo no se se pronunció por la independencia sino a favor del monarca español acosado por el hermano de Bonaparte. La fecha de la celebración -y el traslado a la capital de la campana guanajuatense- fue capricho de Porfirio Díaz, como lo fue el cambiar la ceremonia conmemorativa de la principal fiesta patria, al 15 de septiembre: su cumpleaños.

Benito Juárez, quien ahora es la efigie de moda, nos dijeron, era un zapoteca que no hablaba castilla y tocaba la flauta perdido en una balsa en Oaxaca, y que tenía una virtud democrática nata e impecable. Claro, no nos contaron de su vocación reeleccionista, que heredó Don Porfirio, trunca por una angina pectoris en su recámara por el lado de la calle de Moneda en el Palacio Nacional.

Los Niños Héroes del 13 e septiembre de 1874 no eran todos niños. Los cadetes tenían entre 14 y 21 años, y no todos los celebrados -”murió por la Patria”- estaban asignados a la defensa del Castillo de Chapultpec; hay muy serias dudas de que un cadete hubiere arriado la bandera del asta que estaba en el patio central, para envolverse en ella y tirarse de cabeza a la ladera del cerro.

Pero así, a base de mitos, nos han contado nuestro pasado, desde el viaje de Aztlán a las lagunas del altiplano de Tenochtitlan hasta la cuarta simulación. Pasando por los pies tatemados de Cuauhtémoc, la pedrada en la frente de Moctezuma, el “toma este puñal y mátame, el va mi espada en prenda, voy por ella o la Patria es primero”.

Debe ser una necesidad de sicología social. Los franceses no hubieran inventado el modelo de Estado moderno sin la toma de la Bastilla y sin la frase de María Antonieta de ¿Quieren pan? dénles pasteles. Gran Bretaña no sería lo que es sin la frase de Churchill de “sangre sudor y lágrimas”.

El mito de hoy en día pretende exigir al rey de España y al Papa pedir perdón y reparar los daños por lo que hicieron a los mexicanos -que todavía no existían- durante la Conquista y la Colonia.

Hay que ver.

PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, los servidores de la salud merecen mucho más que un grito demagógico el 15 de septiembre. Requieren apoyo y no médicos cubanos o cachitos del sorteo de esta tarde.

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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