Por José Jaime Ruiz
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@ruizjosejaime
El presidente Andrés Manuel López Obrador no citará a la diputada federal Guillermina Alvarado, no lo hará en Apodaca, como lo hizo con Tatiana Clouthier, menos en Palacio Nacional. Lo de Guille ni fue un destape ni fue una cargada. No hay que confundir las gestas con los gestos.
Guille vino a decir a Nuevo León que está a disgusto con la precandidatura (candidatura) de Clara Luz Flores Carrales y que puede ser una opción frente a la renuncia de Tatiana a esa candidatura. Quiso mostrar músculo y mostró debilidad. La nota no fue noticia.
La columna de El Norte, “M. A. Kiavelo”, se mofó de Alvarado y, sin merecerlo ahora, de Dionisio Herrera y Miguel Ángel García. El conservadurismo en su más baja expresión.
El discurso de Guille no tendrá resultados en Morena. La encuesta es ya para Clara Luz. Lo que sí vino a acentuar es que hay grupos morenistas que desean atención… o cuotas… o chantaje electoral.
Decir que Mario Delgado edificó el escenario de encuestas, cargadas y destapes en Nuevo León, es falso. Muchos morenistas, ahora que Clara Luz será la candidata, inventan sus cuotas. Mario tuvo que plegarse a la decisión de Andrés Manuel.
A bastantes les disgusta que Clara Luz sea la candidata y el fuego amigo seguirá atizando, pero mientras no demuestren estructura e influencia en municipios y distritos, lo suyo sólo será pantalla, escaparate, creerse importante en los medios de comunicación.
Guillermina Alvarado vino al Ambassador a nada. Más política, menos medios.