Por Carlos Chavarría
Cuando Calderón llego a la presidencia lo dijo también, encontró un “cochinero” y muchas zonas del país donde la única ley era la del crimen organizado. Trabajo en los efectos pero no en las causas. Recupero algunas zonas con ayuda del ejército y la marina. Trato de reorganizar el sistema de policía y el judicial pero no lo terminó.
Nuestro actual presidente encuentra el mismo cochinero y empieza a trabajar en algunas de las causas (pobreza) pero no le interesan los efectos. Exhibe además la podredumbre del sistema en lo general, pero tampoco ataca las causas (malas prácticas) de la corrupción.
Ahora que al fin se decidió a dejar ir a un inepto para el tema de seguridad para que vaya a echar a perder otras tierras, decide poner al frente de la poderosa secretaria de Seguridad a una persona que de acuerdo con su resumen de vida no tiene experiencia profunda en el tema, pero el presidente tiene razón.
En todo el mundo, el trabajo en el ramo de la seguridad pública es uno muy expuesto y difícil. Todas las fuerzas del orden, desde la tropa y hasta los mandos, se mueven en espacios muy pequeños y siempre cuestionables donde hagan lo que hagan quedarán mal parados, pues la legalidad-efectividad-moralidad colisionan.
En el mundo del crimen, escoria y poder van de la mano y, al dejarlo crecer, como ya ocurrió en México, lo corrompen o destruyen todo, no se diga un sistema persecutorio que carece de espíritu de cuerpo que por fuerza nacerá del apoyo de toda la sociedad. Porque como se ven las cosas, los policías y militares luchan solos en México contra un flagelo que pareciera que la sociedad no tiene nada que ver.
El presidente tiene razón en nombrar a la Lic. Rosa Icela Rodríguez. En estos momentos tan cruciales, con la economía empinada por la crisis de la salud mundial, con demasiados frentes vulnerables creados por un sistema que no quiere cambiar y un líder que equivoca la estrategia con facilidad, y con una sociedad echada para atrás o en franca oposición a todo y nada. El presidente opta por alguien de cola corta.
En estos momentos es crítico que quien ocupe esta cartera no tenga algún esqueleto en el clóset que sea relativo al crimen organizado, so pena de que se lo destapen aquí o fuera del país, como acaba de ocurrir con el General Cienfuegos.
En situaciones de crisis no existen soluciones óptimas y nadie puede dudar de que estamos inmersos en una y de gran magnitud. La agravación de los contagios y fallecidos por la pandemia es una realidad y se cargará a la cuenta de los gobiernos.
El cambio en seguridad debía hacerse pues el rostro de Durazo no significaba confianza alguna para nadie. Es de esperarse que las acciones contra el crimen se radicalicen y enfoquen un poco más en los efectos para dar algunas buenas noticias de cara a las elecciones del 2021. Aunque la nueva secretaria llega solo para su desgaste porque desde hace tiempo el mando verdadero esta en manos de las FFAA y la marina, y les urge limpiar el golpe dado por la DEA a su imagen.
“En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las ciudades, se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado, la sociedad siente alivio ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada malviviente surte efectos farmacéuticos sobre los bienvivientes. La palabra farmacia viene de phármakos, que era el nombre que daban los griegos a las víctimas humanas de los sacrificios ofrendados a los dioses en tiempos de crisis”. «Patas arriba: La escuela del mundo al revés» (2008), Eduardo Galeano