Por Jorge Narváez
Dicen que Javier Aguirre pondrá en cintura a todo jugador indisciplinado y que, según su firme postura, solo colocará en el once titular a quien verdaderamente se gane el puesto. Esa promesa me recuerda a las que hacen los candidatos cada tres y seis años, antes de las elecciones para renovar los cargos de elección popular. Claro que se ocupa un líder con mano dura, pero seamos realistas, siempre existe la famosa frase “aplican restricciones”.
Han desfilado innumerables técnicos por Rayados y por otros equipos, y con el mismo speak. Se les da el beneficio de la duda, y al poco tiempo empiezan a hacer excepciones a sus propias reglas. En ocasiones no hay explicación clara sobre la alineación de un jugador que en diversos partidos ha demostrado una baja calidad. Eso se ha visto infinidad de ocasiones y nunca hay explicación satisfactoria. Pero a como están las cosas, ya ni queremos explicaciones sino resultados.
En las primeras prácticas de El Vasco al frente del equipo ha demostrado su carácter fuerte y sería interesante analizar el desarrollo que pueda lograr en los jugadores. Rayados cuenta con más “estrellitas” como Miguel Layún, Rogelio Funes Mori, Dorlan Pabón, César Montes, y puede haber otros de renombre que no soportan o ni sé se adaptan a los cambios de entrenadores, sobre todo de uno que los va a tratar sin pinzas.
El primero que comenzó a dar indicios de una próxima fractura con Aguirre fue Jesús Gallardo con: “Yo la verdad he hablado poco con él… lo único que me dijo fue que voy a jugar de lateral, pero no me lo confirmó”. Esa declaración abre muchas aristas tanto para los jugadores como para el cuerpo técnico.
Por un lado, se puede notar que los jugadores están del todo conformes con El Vasco, por lo menos Gallardo, pero con él basta para imaginar el sentir de otros jugadores. Quizá están mal acostumbrados, porque nunca habían tenido a un entrenador firme como Aguirre. También puede ser que esto sucede porque Javier llega con una mentalidad tan retadora cuando todavía no conoce bien a sus nuevos pupilos. O pueden ser ambas cosas.
Ya saltó un jugador a estar en contra del técnico, pero será al iniciar el torneo cuando se mostrará la otra cara de la situación. Los malos resultados podrán hablar de un frente común en contra del entrenador, y eso puede o no beneficiar. En esa situación, el presidente del club podrá elegir entre dos sopas: jugadores chiflados o entrenador exagerado. Si la directiva elige la primera opción, saltarán varios jugadores. Es ese escenario podríamos darnos una idea que Mohamed o Diego Alonso no eran tanto el problema, y que aún sin Aguirre ya se tenía solución. Por el contrario, si la directiva se fuera contra el entrenador, causarían otro problema: el hartazgo generalizado por tanto cambio.
Un vestidor roto siempre traerá inestabilidad en el equipo. No es necesario un análisis profundo o experto para que nos muestre un reporte: “Lo que se ve, no se pregunta”, reza la inmortal frase del inmortal divo de Juárez.
La directiva de Rayados debe tener bien claro que no contrató a un entrenador cualquiera que va a buscar la solución sólo haciendo cambios en el terreno de juego, sino que su trabajo está comenzando desde la mentalidad del jugador. Y no confundirse, porque los castigos excesivos están prohibidos en los infantes, no en los “niños” mimados del vestidor.
Fotografía: Club Rayados/ ONCE Diario@SoyJorgeNarvaez