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PAN y Larrazabal, el declive

Por José Jaime Ruiz

josejaimeruiz@lostubos.com

@ruizjosejaime

En el lejano noviembre de 2011 publiqué en este mismo espacio: “Fernando Larrazabal cada vez es más prescindible para el PAN y no por el PAN, sino por los errores del alcalde de Monterrey. Larrazabal ya tomó distancia de Los Pinos, del CEN panista y entró en conflicto con la Santísima Trinidad, específicamente con Zeferino Salgado.

“(…) La bisagra política para el entendimiento del PAN de cara a las elecciones del 2012 (entendimiento, no reconciliación) empieza a tener nombre y responde al de Zeferino Salgado. Chefo, al alejarse de Fernando Larrazabal y al ejercer su poder en las estructuras panistas, no en las estructuras priistas rentadas por el alcalde de Monterrey, abre la posibilidad de un PAN con otros matices.

“Si Larrazabal es prescindible, Chefo empieza a ser imprescindible, además de que puede convertirse en un interlocutor válido para ciertos personajes de la Vieja Cúpula y, al interior del partido realmente existente, terminar por desplazar a Larrazabal porque las estructuras priistas que soportan a la administración de Monterrey son de alquiler”.

Era la época del llamado “quesogate” y el declive del entonces alcalde de la ciudad, Fernando Larrazabal. Polvo de aquellos lodos, ahora Chefo y Larrazabal se reencuentran y la candidatura panista a la gubernatura de Nuevo León es para Fernando; pero las candidaturas, y las negociaciones de posiciones y cuotas, las manejan Zeferino, Raúl Gracia y Víctor Pérez.

Larrazabal es un Felipe de Jesús Cantú redivivo. Mismo dedo, diferente atole. A Chefo no le interesa que Larrazabal sea gobernador, si así fuera, lo hubiera arropado con candidaturas fuertes. Pesan más los negocios entre Zeferino y el priista Francisco Cienfuegos.

Zeferino Salgado y Raúl Gracia, después del exilio político de Larrazabal, se inventaron el PRIAN, desplazaron a Fernando Elizondo y a la Vieja Cúpula y se hicieron del partido. Parte de esa Vieja Cúpula sólo tiene vigencia hoy en la figura de Miguel Treviño en San Pedro. No tienen ningún peso político, se vio en las negociaciones que mantuvieron con Alejandro “Alito” Moreno, las cuales llegaron a nada.

La irrupción de Jaime Rodríguez Calderón en 2015 cambió todo. El PRIAN tuvo que reinventarse desde las alcaldías de Monterrey con Adrián de la Garza y San Nicolás, bajo la custodia de Zeferino Salgado. Sobre todo, el PRIAN giró a través del Congreso de Nuevo León en las negociaciones entre Paco Cienfuegos y Chefo Salgado.

Esas negociaciones se mantienen con candidaturas a modo, pero el 2021 cambiará de nuevo al PAN. La próxima elección podría ser una dura derrota para los panistas y, si pierden el Congreso, tendrán que refugiarse en sus cotos de San Nicolás (Chefo), Santa Catarina (Víctor Pérez) y el Judicial (Gracia). A diferencia del Bronco, Clara Luz Flores podría tener un Congreso afín.

Los intereses personales y políticos ya reventaron a la Nueva Cúpula. La salida de Felipe de Jesús Cantú y de Víctor Fuentes da cuenta del resquebrajamiento de Acción Nacional en Nuevo León. La alianza electoral con el Bronco le restará peso político al partido. La alianza con el PRI medinista ya le restó peso electoral al partido. El voto duro puede trasvasarse a Movimiento Ciudadano y a las candidaturas de expanistas en Morena.

En ese PAN que desde hace mucho no es PAN, la candidatura de Fernando Larrazabal es prescindible. A como está las cosas, la derrota los espera en el cercanísimo horizonte.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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