Por Obed Campos.
Resulta de los resultos que en plenas campañas, los focos rojos de alerta ya se prendieron en todo el Partido Acción Nacional, en todo Nuevo León, y es que dicen los mismos albiazules que no sólo la campaña en pos de la gubernatura, abanderada por Fernando Larrazabal, (“Larry”, pa’ los cuates) o la de Yolanda Cantú García (“Yola” pa’ los amiguis) quien busca ser alcaldesa de Monterrey, nomás no prenden.
Y ante los malos resultados, hace unos 10 días los panistas hicieron un “corte de caja” y con peras y manzanas y números más, números menos, encontraron que sólo un 30 por ciento de las candidaturas del PAN tienen posibilidades de ser ganadas en el estado.
Los panistas reconocen que solamente dos alcaldías, la de San Nicolás y la de Santa Catarina, más algunas diputaciones locales y otras diputaciones federales están seguras de ser conquistadas mediante los votos… lo demás está en el aire.
Y viendo el tamaño del desmadre, los albiazules ya están exigiendo que se dé el proceso de renovación de la dirigencia estatal, en manos de Mauro Guerra Villarreal y los suyos… Y aunque no se aconseja cambiar de caballo en medio del paso de río, para muchos este proceso electoral está más que perdido y ahora las cofradías azules están viendo qué rescatar de lo que aún queda del partido.
En tanto, Guerra Villarreal sigue repartiendo puestos y canonjías entre sus familiares y al partido… ¡bien, gracias!
En un evento reciente en el Club de Leones de Monterrey, al que acudieron todos los candidatos, me cuentan que la gran mayoría de los panistas de hueso colorado no quería asistir, primero porque no estaban de acuerdo en el “apoyo” que el partido les estaba dando a unos candidatos, al tiempo que abandona a otros. Y segundo, porque no todo es unión al interior del partido.
Y los dirigentes al saber de esto, amenazaron a los rebeldes y les dijeron que, si no se presentaban al evento, que se olvidaran de que en lo que restaba del proceso iba a haber dinero para sus campañas.
En cuanto a la renovación de la dirigencia, también hay molestia con Mauro Guerra, porque quiere dejar a uno de sus incondicionales: Rubén Leal (hermano del actual diputado Eduardo Leal) o a la diputada Ania Gómez, en caso de que no se reelija. Esto mientras que hay otras corrientes que quieren impulsar a al diputado Juan Carlos Ruíz o a Policarpo Flores, quien ocupa el cargo de presidente del Comité panista en el municipio de Monterrey.
Y en el colmo, mientras las candidaturas no más no prenden y las campañas están más heladas que una cheve en el fondo de la hielera, la decisión de imponerle como asesor al argentino Sergio Gotlib a la candidata Yolanda Cantú, fue de nada más y nada menos que de José “El Chiles” Serrano, oscuro personaje que siempre ha sabido sacar tajada con los negocios del partido.
Pero como diría el desaparecido Raúl Velasco, aún hay más, y luego le seguimos.