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Por Félix Cortés Camarillo.

‎felixcortescama@gmail.com

Abracadí, abracadá

Mira la risa que me da…

El Tren se Va,

canción infantil de Enrique y Ana

La Señora Claudia Sheinbaum, gobernadora de nuestra ciudad capital, arropada por media docena de instituciones entre las que destacan el Colegio de Ingenieros, el Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de México, afirmo ayer en conferencia de prensa que los resultados primeros de la indagatoria y peritajes sobre las causas y responsables de la tragedia de hace una semana en la línea 12 del Metro estarán «más o menos» dentro de cinco semanas. Si usted sabe hacer cuentas, sabrá que eso significa después de las elecciones del 6 de junio. No vaya a ser que ahí se reflejen.

Otros peritos, aparte, dijeron que no se sabrá nada con certeza antes de dos meses. Una y otros se equivocan. Ella, doblemente porque insiste en llamar «incidente» a una tragedia que solamente fue el resultado de la indolencia, tozudez, corrupción y ambición por el poder político. Ambos porque están buscando una realidad evidente, que está desde hace mucho tiempo a la vista de todos.

Yo no sé cuánto vaya a cobrar Det Norske Veritas, agencia noruega cuyos ingenieros se apersonaron en la Ciudad de México prontamente, y que serán auxiliados por expertos en desastres de otros países, por sus servicios. El gobierno del Distrito Federal se pudo haber ahorrado esos emolumentos, que no deben ser magros.

Hay cientos de denuncias acumuladas durante más de diez años, que documentan la torpeza del diseño de la línea dorada, las atrabiliarias decisiones sobre el proveedor de los trenes, el ancho de la vía, el dilema de vagones con ruedas neumáticas o de fierro sobre rieles correspondientes, el término de entrega apresurada estuviera como haya estado y otras linduras. Los testimonios no son solamente de periodistas de investigación serios, sino de trabajadores del sistema de transporte colectivo Metro con indudable conocimiento de causa. Todos indican a la responsabilidad de Mario Delgado, presidente hoy de Morena, Secretario de Finanzas de Ebrard.

Tampoco se nos escapa a los mexicanos que la tragedia ha permanecido en el terreno político para obligar al presidente López a definirse de qué lado se inclina la balanza de sus preferencias para sus dos favoritos a sucederlo en el poder: la señora Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard. Sólo en ellos puede caer la responsabilidad por los pecados de origen de la llamada Línea Dorada o los de consecuencia: Marcelo fue el que parió esa trágica línea y a la señora Sheinbaum le está tocando darle la extrema unción.

En medio de esos dos extremos se encuentra Miguel Ángel Mancera, sucesor de uno y antecesor de la otra; hay que decir que desde 1997 hasta el día de hoy la ciudad ha sido gobernada por representantes de la llamada izquierda. Hay que decir también que Mancera, hoy divorciado de los otros dos, fue el primero en reaccionar a las denuncias de fallas en el diseño y la estructura de la línea 12, suspendiendo su operación por meses.

El tren de junio 6 ya se va y nadie quiere perderlo; mucho menos el presidente López, quien tendrá que dejar a alguien en el andén. O en la desgracia política.

Lo cierto es que la cuarta simulación se ha visto minada por dos tragedias enormes. El manejo caprichoso e ineficaz de la pandemia del Covirus 19 y la vacunación en su contra, y ahora la tragedia del «incidente» de Tláhuac.

Especialmente, cuando el presidente López finca sus esperanzas a futuro en mangonear el Congreso a raíz de los resultados de las elecciones de junio.

CANTALETA (HASTA EL 6 DE JUNIO): Dice Catón: «un voto por Morena es un voto contra México». Y en las elecciones de Nuevo León se les está haciendo bolas el engrudo a los estrategas del Peje.

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Vía / Autor:

Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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