Por Obed Campos
Primero a la Habana, y luego a Santiago
Serán las cubanas las que atraen a los paisanos
Piratas en el aire (cumbia) /Renacimiento 74
Si tan paradisiaca es Cuba, que alguien me explique por qué hasta la hija de Fidel Castro vive en Miami.
Que alguien deslinde el por qué tantos regios (y tantos mexicanos y de otras naciones) llegan cada verano a La Habana con las maletas cargadas de pantimedias, labiales, toallas sanitarias, jeans, y demás parafernalia para intercambiar por favorcitos sexuales en sus correrías.
Yo no conozco La Habana (ni tengo ganas) pero no ha habido quien me de una imagen de la idílica isla (en lo social). Al contrario, los amigos que han ido, si no vuelven asqueados por el tráfico humano de drogas y de bisuterías, regresan asustados al ver a la cara un régimen represor.
Eso sí, me dicen que no hay ni cubanos ni cubanas pasados de peso. Cómo, si las raciones casi no incluyen carne.
Un amigo muy querido por error mojó su celular en una visita a Playa Girón. Le recomendaron que lo pusiera en arroz.
Pensando que se encontraba en México, se apresuró a una tienda, y al formarse en la fila, los diálogos del hambre que escuchó, lo hicieron desistir: dejó el arroz para los hambrientos y perdió, en buena lid su aparato telefónico.
Pero como le digo, eso no es para todos los cubanos y cubanas. Los privilegiados viven en Europa, México y ¡Estados Unidos! comisionados por el gobierno o con visas de estudiantes.
Sé que tras teclear este texto me van a mentar la madre muchos y muchas. A mis detractores les digo, que si tanto aman el sistema comunista, que se vayan a vivir allá y a ver cuánto aguantan de sacrificios en pos de la revolución.
Porque como diría el mismo Silvio: “Es fácil condenar, la bomba que cayó, a mil kilómetros del ropero y del refrigerador…”