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Por Eloy Garza González

Hace unos días se anunció públicamente que Lucía Riojas será la próxima Secretaria del Ayuntamiento de Monterrey.

Si el lector analiza con cuidado este nombramiento, entenderá el trasfondo de la personalidad de la colaboradora más cercana del alcalde electo Luis Donaldo Colosio.

Sobre todo, entenderá porqué fue ella, Lucía, quien asumirá esta posición clave, y no un político tradicional, de la vieja guardia.

Tan pronto fue mencionada al cargo, se desataron los bots en contra de Lucía, incluso de algunos amigos míos. Es fácil discernir en redes sociales quienes opinan con sinceridad y quienes lo hacen para golpetear previo pago.

¿Por qué quieren dañar en redes a Lucía, ex diputada federal con estudios de comunicación y figura muy diferente a la ortodoxia que impera en el mundo del poder?

Simple: Monterrey está dominado por una casta machista que al amparo del regionalismo más ramplón, desprecia a la gente que se sale de la norma, con el pretexto de que no son regiomontanos.

Yo prefiero a una política joven, que recupere la confianza popular, aunque no tengan su acta de nacimiento bajo el Cerro de la Silla, pero que cuide celosamente los bienes públicos, sin los vicios tradicionales de los antiguos caciques de la localidad.

Los buenos regiomontanos son aquellos que buscan recuperar a Monterrey, no aquellos que por mera casualidad han nacido aquí, y por ese motivo azaroso ya se sientan dueños de esta tierra, cual señores feudales.

Lucía reconoce abiertamente que es gay. Incluso que es defensora de los derechos de la comunidad LGBTI+. Está en su derecho y tiene plena libertad de hacerlo.

No conozco físicamente el Refugio Casa Frida en la Ciudad de México, de la cual Lucía es codirectora. Pero con el solo hecho de llamarlo así, con el nombre de la pintora Frida Kahlo, ya provoca mi simpatía y respaldo, sin contar con que me apego a uno de sus lemas: “amar es nuestra resistencia”.

Ojalá pueda replicarse el modelo del Refugio Casa Frida en Monterrey. Esa y otras acciones son vitales para que la capital de Nuevo León amplíe sus márgenes de libertad y acabemos de una vez por todas con el flagelo de la división social.

Todos los regiomontanos merecen vivir en paz, en una ciudad sin conflictos, sin racismos, sin discriminación y con gobernantes empeñosos, honestos, que no caigan en la tentación de robar lo que nos pertenece a todos.

Imposible frenar a los haters en redes sociales, Twitter y Facebook están atiborrados de discursos de odio. Eso no debe distraer a Lucía Riojas de su misión. En Monterrey no existe el derecho de sangre donde únicamente los nacidos aquí tengan privilegios o beneficios especiales. Yo nací en Monterrey y como regiomontano respaldo abiertamente a Lucía.

No la conozco personalmente pero sus credenciales de valentía, justicia y dignidad la avalan para el cargo.

Además, también soy melómano. Así que nunca está de más soñar con que los regiomontanos armen una gran banda, un concierto gigantesco, donde cada quién toque simbólicamente el instrumento de su predilección y lleguemos, al fin, a la armonía social. Las utopías, decía Eduardo Galeano, sirven para caminar.

Lucía toca la batería, así que por lo menos los próximos tres años deberá marcarnos el ritmo que nos quite prejuicios y nos vuelva mejores ciudadanos.

Ya iremos evaluando su desempeño como Secretaria del Ayuntamiento y paulatinamente le daremos nuestra aprobación o nuestra crítica. Por lo pronto, no adelantemos juicios y mejor vamos a desearle buena suerte a Lucía en su gestión.

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// Eloy Garza González

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Autor: lostubos
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