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Por Félix Cortés Camarillo

No, no se trata del abandono desesperado del barco en hundimiento. Son apenas cinco senadores de diversas procedencias que decidieron integrar una célula rebelde plural. Ellos son el inteligente chapulín Germán Martínez que es panista pero despacha en el mostrador de Morena, el acomodaticio Emilio Álvarez Icaza, que tiene más suelas que siete, el burócrata del PAN Gustavo Madero y dos señoras paleras del llamado Partido del Trabajo.

Ni individual ni colectivamente tienen un peso específico mayor. Tienen, sin embargo, dos rasgos que llaman la atención: primero es manifestación de lo que se adivina como una molestia subrepticia en el Congreso de la Unión, dominado al estilo PRI por un presidente de la República que no tiene ningún empacho en instruir públicamente a los legisladores que a sus iniciativas de ley no se les modifica ni una coma. Cosa que hacen, aunque cada vez con menor entusiasmo y simpatía.

También es cierto que su movimiento a todas luces cuenta con la bendición y simpatía del líder senatorial Ricardo Monreal, que insistentemente y con todas las letras dice a la menor provocación que él es el idóneo personaje para suceder al presidente López en el cargo, suponiendo, como López y toda su pandilla suponen hoy, que Morena ganará las elecciones presidenciales del 2024.
La frase troncal del zacatecano es que si Morena no experimenta un cambio de apertura democrática del férreo mando del presidente López, Morena sufrirá una ruptura. Y desde luego que tiene razón.

La muy evidente inclinación de López Obrador hacia la muy desprestigiada gobernadora de la capital de la república bien puede ser una jugarreta del presidente, que aprendió sus mañas en las filas del PRI más añejo y tradicional. Y las aprendió bien. Todos los presidentes priístas tuvieron un señuelo de sus evidentes simpatías que descartaron de último momento en la ceremonia del destape.

A eso le apuesta, no cabe duda, Monreal. La diferencia es que él juega con las cartas abiertas. Marcelo Ebrard y Claudia Scheinbaum prefieren poner cara de póker y acudir a la respuesta tradicional del respeto a los tiempos políticos y el compromiso que tienen de cumplir a cabalidad con sus encargos actuales.

Ni los embajadores Juan Ramón de la Fuente o Esteban Moctezuma ni Rocío Nahle han recibido fichas para apostar en este juego, mucho menos cartas. Pero los prestidigitadores hábiles, y López Obrador lo es, pueden sacar un as de la manga cuando le dé la gana. Si le alcanza el gas, que sigue escaso y caro.

Lo que debe preocupar al presidente López, si algo le preocupa, es que el ejemplo del hartazgo disfrazado de gesto digno de los senadores que hicieron su acta septembrina de independencia cunda y se extienda. Si el saco rasgado no se remienda, el agujero se puede agrandar.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): y después de los bonitos bailables en el Zócalo y la petición de perdón a los pueblos yaquis, ¿cuándo se va a ocupar el presidente de los problemas del país, como la ineficaz campaña de vacunación que tiene a la cuarta parte de los mexicanos sin recibir una sola dosis, la crisis migratoria que invade a todo el país, y la gradual e incesante conquista de territorios por las pandillas del crimen bien organizado?

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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