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Por Félix Cortés Camarillo

Tal vez la cualidad más definitiva de los sistemas del poder absoluto, dictatorial e intolerante deba ser la disciplina. A ningún otro le queda mejor el nombre de poder ejecutivo que a este tipo de gobierno. El mando de una sola persona es indiscutible e indiscutido y los personajes que le acompañan en el ejercicio del mando, son simplemente ejecutores de una instrucción, que no pueden cuestionar.

            Tal vez, si hay que definir al sistema político mexicano emanado de la Revolución, es precisamente como un poder absoluto, dictatorial, intolerante y disciplinado. No está equivocada la designación que de nuestro sistema se hizo como la dictadura perfecta. Y si alguna etapa de la historia del poder en México ha hecho mayor honra a esa definición, es la administración actual, la cuarta simulación que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

            En ese contexto resultan sumamente preocupantes las declaraciones emitidas el viernes pasado por el director de la muy predilecta Comisión Federal de Electricidad, don Manuel Bartlett Díaz.

            Quien en 1988 fuera secretario de Gobernación, y en consecuencia operador del sistema electoral y sus procesos, parece tener cierta proclividad a las frases lapidarias, esto es de las que perduran como hitos históricos y que merecen ser grabadas en piedra. Precisamente en las elecciones presidenciales de 1988, que el actual presidente de México califica de fraudulentas, el licenciado Bartlett salió a anunciar que el sistema electrónico de cómputo se había caído; consecuentemente, poco después se anunció el triunfo de Carlos Salinas de Gortari y la derrota de Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Clouthier.

            Pues ahora el señor director de la CFE acaba de pronunciar otra de sus frases: al aprobarse la contrarreforma energética propuesta por el presidente López (Bartlett no le llama contrarreforma ni alberga duda alguna de que será aprobada por el Congreso) los permisos y contratos para que particulares generen energía eléctrica y la vendan serán cancelados y NO habrá indemnización para sus titulares, aunque tal medida sea retroactiva y por tanto ilegal.

            En el diario Wall Street Journal de ayer, Mary Anastasia O´Grady advierte en un artículo que la contrarreforma es un retroceso que pone en peligro 45 mil millones de dólares en capital privado, extranjero y nacional. Para que no haya duda, el artículo se titula «México se mueve para apoderarse de los activos estadunidenses. ¿Por qué López Obrador tiene la impresión de que a Biden no le importa?»

            Sus afirmaciones son irrefutables. El proyecto de ley viola el tratado de comercio de México con Canadá y Estados Unidos, puesto que deroga contratos, despoja caprichosamente a los inversionistas, elimina la competencia que se basa en el mercado, discrimina al capital privado, cancela el acceso a actividades no reservadas como exclusivas en el acuerdo y elimina los registros independientes.

            Todo esto lo sabemos todos, incluyendo al licenciado Bartlett; el asunto es ¿hasta dónde está enterado de ello el presidente López?

            Existe la creencia popular y equívoca de que la frase de que no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad de Dios es de la Biblia. No existe tal formulación de la omnipotencia divina en el Buen Libro. Aparece, sí, en la segunda parte del Quijote, y antes de ella en la novela ejemplar que cuenta las aventuras de los ladronzuelos Rinconete y Cortadillo, que acabarán en el patio de Monipodio, señor de los ladrones sevillanos.

            Es muy probable que el erudito Cervantes haya tomado la cita del Corán. Efectivamente en el verso 59 de la Sura 6, llamada Los Rebaños, se lee: «no cae ni una hoja sin que Él lo sepa».

            En México estamos convencidos de que así es. Él debe estar al tanto de los riesgos de su política energética.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente: ¿tiene usted debidamente patentado el programa de Sembrando Vida? No se la vayan a copiar los gringos. Ya ve usted como son.

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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