Por Obed Campos
En campaña, el joven Samuel Alejandro García Sepúlveda se desgañitó prometiendo que mataría al “viejo” León porque con él, en su mandato, nacería un “nuevo Nuevo León”. No lleva ni dos meses en el poder, y como dice la Biblia, “por sus frutos los conoceréis…” y Samy ya nos demostró de qué lado masca la iguana.
Al más puro estilo de los acedos políticos de antaño, en la reunión con sus homólogos de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, y de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, García Sepúlveda salió con la puntada de que “por cuestiones de seguridad” implementaría un nuevo padrón de vehículos en las tres entidades que incluiría un nuevo replaqueo… con costo para el usuario.
Esto ocurrió el miércoles de la semana pasada y haciendo las cuentas no tan alegres, acá en Nuevo León calculamos que este chistecito le saldría a cada dueño de automóvil en unos 4 mil 500 pesos… Eso sin tomar en cuenta que usar placas actualizadas y no, en tierras tamaulipecas y algunas partes de Coahuila, simplemente no está de moda.
Por ello, y ante las quejas y protestas, Samuel, al más puro estilo del “viejo Nuevo León” que dice aborrecer, ahora sale con que no fue él, sino que lo del replaqueo es un proyecto de la federación.
El día de hoy lunes, en su órgano oficial, perdón, en el periódico El Norte, se lee como nota principal de un escándalo en la “nueva nueva administración” de Metrorrey, donde los jerarcas, que, como Samuel, apenas llegaron hace mes y medio, ya quieren meter su cuchara grande, para servirse.
Y es que resulta que Humberto Ramos Hinojosa, director general de Metrorrey, Enrique Xavier Lozano Lee, director de Nuevos Proyectos, de acuerdo a una investigación del periódico de la familia Junco, tan adicto al samuelismo, revelan que ambos funcionarios intentan que se les atribuyan jugosos y millonarios contratos de la paraestatal.
Viendo estas circunstancias, los nuevoleoneses tenemos que agradecerle a Samuel y compañía que hayan matado al “viejo Nuevo León”, aunque el “nuevo Nuevo León” salió igual o peor de mañoso.