Por Carlos Chavarría
Así de simple borró la diputada Citlalli Hernández toda la historia, trabajos y esfuerzos de los mexicanos desde el termino de la revolución de 1910 y hasta nuestros días, todo con tal de congraciarse con el desafortunado pronunciamiento del presidente López Obrador en relación a que México estaría en la ruina si él no hubiera sido electo en 2018.
Ambos personajes olvidan que si este país no se ha derrotado ha sido porque los mexicanos hemos sabido asimilar en paz todos los reveses que hemos recibido por causa de los gobiernos de turno que se entercan en ir a contra pelo de la realidad destruyendo el patrimonio que con gran dedicación y tolerancia supimos forjar.
Cada nuevo presidente llega con la piedra filosofal que habrá de lanzarnos al desarrollo y al estadio de prosperidad superior que ellos en sus cavilaciones han determinado como la única salida posible y realista para todo.
Luis Echeverría se entercó en poner la máquina de imprimir dinero para sacar adelante sus absurdos programas económicos y un concepto de Estado que pretendía tutelarlo todo, aunque no tuvieran capacidad para nada parecido.
Miguel de la Madrid y Salinas se obcecaron con la idea de implantar el Consenso de Washington a rajatabla, así como la apertura total de la economía llevándose de encuentro a medio país, más de la mitad de las empresas de todo tipo tuvieron que cerrar y en ese momento ataron por completo el destino de la economía mexicana a los vaivenes de la norteamericana, olvidando de impulsar la sociedad del conocimiento y eliminar nuestras dependencias estratégicas como es el tema de la salud y la educación.
Todo lo financiaron con la mentira de los tesobonos que aun no terminamos de pagar porque en el país no había recursos ni la intención de invertirlos.
Ahora esta administración, que ha podido operar gracias a las holguras económicas que se han construido con el sacrificio de 30 años de trabajo, vuelve a caer en las mismas pretensiones reinventando un pasado que no tiene viabilidad pues ese mundo ya dejó de existir.
Hasta los chinos y todos los países antes totalitarios han entendido que a la par de la apertura política debe darse más espacio a las comunidades para controlar su destino y lograr una real sociedad del bienestar y la realización.
No quiere entender que los monstruos burocráticos gubernamentales nunca serán capaces por sí mismos de producir con rentabilidad el crecimiento económico, única fuente de los recursos para redistribuir a la sociedad entera. Primero producir para luego repartir.