Por Fernando Arturo Galaviz Yeverino
Terrible y trágica noticia que nos receta esta recién estrenada administración de Conarte, sin embargo, existen posibles indicios que esto ya estuviera acordado desde el año pasado, el miércoles 25 de agosto de 2021 el entonces presidente de Conarte, Ricardo Marcos, en una reunión con el Gobierno de Transición declaró lo siguiente: “Estos espacios (de Conarte) reconvierten el fenómeno del centro cultural o de las casas de la cultura que ya está realmente muy agotado» y si esto fuera poco, agrega: “en pocas palabras, estos espacios NO son para una formación artística porque esa no es la misión de Conarte, ya hay otros organismos en la ciudad que tienen esa vocación”.
Lo anterior lo dice no sólo un ex presidente de Conarte, también se autonombra un “gurú cultural”.
Ante la falta de comunicados oficiales en Conarte, en marzo se corrió el rumor en las redes sociales de que la Casa de la Cultura de Nuevo León desaparecería su galería de artes plásticas y mutaría en una especie de Casa de la Literatura. Posteriormente el mismo director de la Casa de la Cultura admitiría: «La galería de exposiciones se quitó y se les explicó a las vocales de artes plásticas las razones y las mejoras que eso significa».
Entonces me vi a la tarea de revisar definiciones de lo que es una casa de la cultura, porque percibí que los actuales funcionarios no tienen ni idea de lo que es, revisando conceptos y proyectos de la UNESCO y descripciones de otros países, elaboré la siguiente síntesis:
Una Casa de la Cultura es una entidad social, abierta y accesible al público, conformada por la participación democrática de los integrantes de una comunidad y que tiene como responsabilidad velar por el desarrollo, promoción, conservación, exhibición y formación de las distintas expresiones artísticas y culturales.
Ahora, cuando un dueño de un negocio contrata a un administrador para que dirija, por ejemplo, un taller mecánico de autos, no se espera que este ejecutivo contratado cambie el giro de la empresa y la convierta en una tienda de llantas. Eso, simplemente, es inadmisible.
Más grave aún, no estamos hablando de una empresa, sino de una institución pública. Los dueños de las instituciones son el pueblo, los ciudadanos, no los funcionarios nombrados de las nuevas administraciones del gobierno en turno. ¡Ellos están sólo de paso!
Me imagino que cuando el entonces presidente de Conarte, Ricardo Marcos, nombró al Ing. Pedro de Isla para dirigir la Casa de la Cultura de Nuevo León en noviembre de 2021 (ignoramos los criterios que usó para dicha designación), el ingeniero debió leer cuando menos el manual de la organización de la casa de la cultura, el manual de procedimientos y operatividad de la casa de la cultura, el manual de servicios de la casa de la cultura, el reglamento de la casa de la cultura y, por último, debió de haber redactado un plan de trabajo o Programa Anual de Trabajo (PAT). No puede ni debe cambiarle de vocación al recinto de manera autoritaria, debe enfocarse en hacerla operar al público de manera eficiente y no frotarse las manos para maquinar “ocurrencias”.
Ahora, si la decisión también viene de más arriba, de la nueva presidenta de Conarte, la cosa es preocupante, puesto que están tomando a su antojo las instituciones culturales de los ciudadanos, logros que tomaron muchos años en formarse, para hacer de manera autoritaria y, a puerta cerrada, su voluntad, sin generar un diálogo abierto y público con los ciudadanos ni con los artistas.
En una reciente audiencia pública lograda por artistas y coordinada por la Secretaría de Participación Ciudadana, brilló por su ausencia la titular de Conarte, y la titular de la Secretaría de Cultura de NL, es decir, no sólo no hay voluntad de diálogo con los artistas para conocer de viva voz y de primera mano sus necesidades y problemáticas, ¡también NO están dispuestas a escuchar!
Esta es una nueva administración del “Nuevo Nuevo León” que comienza este 2022 con el pie izquierdo, al ya no efectuarse las grabaciones de las juntas de Consejo en tiempo real que se subían en el muro de Conarte en Facebook, como se venía haciendo desde 2016, así, con esa opacidad, ningún ciudadano se enterará de manera rápida y oportuna de las acciones del Consejo. Tendrá que esperar poco más de un mes para leer el acta ordinaria o extraordinaria.
Y sería el colmo que ahora la Casa de la Cultura sea el nuevo OPUS de esta administración, que será secuestrada por seis largos años, y tal vez vuelva a regresar a su vocación original cuando inicie la próxima administración estatal, tal cual pasó con la tristemente célebre estación de música clásica. Nuestros espacios, nuestras instituciones son presas de las “ocurrencias” de nuestros gobiernos estatales en turno.
La literatura regiomontana no necesita una “casa”, tiene actualmente el cobijo de dos importantes instituciones, la primera, la casa de la cultura de Nuevo León; la segunda institución es: Eligio Coronado quien, de manera incansable, de manera precaria y sin ningún apoyo o reconocimiento institucional ha apoyado en el impulso de los nuevos talentos literarios, así como de los consolidados, mediante presentaciones grabadas en video, entrevistas y reseñas de los libros, trabajando incluso en plena pandemia. Mientras que nuestros burócratas suspendieron toda actividad de nuestros espacios culturales por casi dos años, porque nuestro gobierno consideró el arte y la cultura como actividades no esenciales. Eso sí, seguían cobrando sus sueldos y prestaciones seguros con cargo al erario.
¿Acaso es el deseo de los artistas que la Casa de la Cultura de Nuevo León sea despojada de su galería de artes plásticas cuya historia data de 1976? ¿Es el deseo de la población que en ese recinto se promuevan los juegos de rol como si fuera una disciplina artística o gremio? ¿Es voluntad del pueblo que este espacio cultural se instaure una librería a imagen y semejanza de la Casa Universitaria del libro? ¿Es anhelo de los ciudadanos que la antigua estación del Golfo se inserte una Cafetería Conarte para venta de café con el logo del organismo, así como de frituras sin conocer quién está detrás de esa franquicia que ya ha tomado por asalto varios centros culturales adscritos a Conarte?
¿Es deseo de la comunidad artística que los pocos espacios de la Casa de la Cultura de Nuevo León sean cedidos para crear oficinas para ser la nueva sede de Editorial Conarte? Por cierto, también bajo la dirección de Pedro de Isla. ¿es interés del gremio de artes plásticas que las paredes del teatro de la estación, y de la ex galería de artes plásticas, estén cubiertos de cuadros en medio de libreros para compensar la cancelación de las exhibiciones icónicas como el Resumen o Reseña de la Plástica Nuevoleonesa?
Nuestros funcionarios no se mandan solos, sirven al pueblo, de ahí lo de “servidores públicos”, no deben ser burócratas que se sirven del pueblo.
En teoría legislativa está lo que se llama la “soberanía del pueblo”, significa que todo el poder soberano del estado de Nuevo León reside y pertenece originalmente a su pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad y, a través de la presente Constitución, nombrará a sus representantes, los cuales están bajo las instrucciones y el mando del pueblo para una gobernanza efectiva, eficiente y transparente, pero conservando siempre el pueblo su soberanía, de manera que ésta reside constantemente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.
Nuevo León está pasando por graves problemas de gobernanza, el actual gobernador no acepta cuestionamientos, quiere una nueva Constitución sin consultar al pueblo primero, quiere construir un Metro elevado en Garza Sada sin consultar y tomar en consideración la voluntad de los vecinos afectados, por poner sólo algunos ejemplos.
Nuestros funcionarios de la cultura creen que las políticas culturales son acciones aspiracionales. No. Según el especialista en gestión pública, Enrique Abedrop, ajustándonos a sus preceptos de su obra “Presupuesto Basado en Resultados”, las políticas culturales se definen como las acciones de gobierno con objetivos de interés público que surgen de decisiones sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad para la atención efectiva de problemas públicos efectivos del sector del arte y la cultura, en donde participa la ciudadanía en la definición de problemas y soluciones. Dichos diagnósticos deben ser publicados. Una acción de gobierno que no se ajusta a estos preceptos no es una política cultural sino un acto de autoridad.
Y como usted puede advertir, no hay objetivos de interés público, ni diagnósticos públicos, ni análisis de factibilidad, ni una participación real y genuina de artistas o ciudadanos. Si acaso, simulación.
En la pasada junta de Consejo iba perpetrarse la votación del proyecto de la Casa de la Cultura, sin que la comunidad ni los propios vocales supiéramos de ese proyecto de votación, ¡no estaba en el orden del día! Afortunadamente, y paradójicamente, los vocales de literatura, su servidor y mi compañera vocal Zaira Eliette Espinosa, del gremio más beneficiado con este proyecto, alzamos la voz a favor de la conservación de la galería de artes plásticas de la Casa de la Cultura de Nuevo León, el secretario técnico, Roberto Villarreal, reflexionó, y determinó enviarnos información de este proyecto para revisarlo con nuestros gremios. Al día siguiente Roberto envía un comunicado a todos los consejeros informando que ha renunciado a su puesto y a la institución Conarte.
En estos momentos están convocando al gremio de artes plásticas a tres días en la escuela Adolfo Prieto para que “voten” con copia de su credencial de elector, habrá una labor de convencimiento institucional y de paso legitimar su proyecto. ¿Por qué limitar la participación a sólo el gremio de artes plásticas? La Casa de la Cultura de Nuevo León concierne a TODAS las disciplinas artísticas y a la comunidad en general. ¿Cuál es la urgencia de estos cambios autoritarios?
Cabe indicar que en abril se votará en el pleno del Consejo de Conarte este proyecto, y es claro que predominará la plancha del “mayoriteo”, algo así como lo que hubo cuando se votó en 2019 para despojar a los gremios artísticos de sus presupuestos participativos equitativos que tenían desde hace casi quince años.
En el nuevo Nuevo León vivimos en un ecosistema social o entorno propio de un Estado Autoritario.