Por Gil Gallardo Montejano
En conferencia de prensa el gobernador Samuel García Sepúlveda advierte que “Nuevo León sufrirá uno de los peores calores de los últimos 1200 años”.
Al gobernador se le olvidó mencionar que la crisis hídrica no es algo nuevo en el nuevo Nuevo León. Los responsables de esta crisis no somos los ciudadanos y es importante recordárselo, se deben tomar medidas drásticas ante el saqueo de los mantos acuíferos por parte de las grandes empresas que consumen sin control el vital líquido. Además, dice lo siguiente: “es muy importante que como ciudadanos que (sic) seamos conscientes que el cambio climático es real que el simple hecho de que suba la temperatura uno o dos grados desgracia todo pronóstico, por eso hay cada vez menos lluvias”.
Samuel nos pide a los ciudadanos que seamos conscientes. Subestima a la ciudadanía, esa que responsablemente ha cumplido con sus cuotas de servicio, que precariza y dispone de su suministro familiar y vive al día con esta grave situación de baja presión y amenaza de desabasto total y que, además, tiene que respirar a diario la infesta y fatal contaminación que envuelve a la ciudad.
Por otro lado, las empresas y sus dueños son un cero a la izquierda en los discursos de Samuel. La industria en el estado puede estar tranquila, no hay recortes ni pérdidas, no se les advierte de nada. ¿Por qué no le conviene señalar a los verdaderos responsables y se nos responsabiliza a nosotros los ciudadanos?
Más adelante, Samuel menciona esto otro: “esta crisis de agua, según los estudios, cada vez se va a poner peor, porque desgraciadamente los países en el mundo no están cumpliendo las metas del cambio climático y siguen contaminando”.
Error.
¿Por qué los países no están cumpliendo con estás “metas”? Corrupción, omisión por parte de las autoridades y porque prevalece el interés económico. No son las personas las que no están cumpliendo, no somos nosotros los ciudadanos quienes contaminamos, no somos quienes de forma indiscriminada usamos el agua. La actividad productiva a gran escala se basa en un solo y simple concepto: maximizar las ganancias. No importa si en los procesos de producción se arrasa con todo, sea con la extracción imparable y obscena de recursos naturales o contaminando.
El gobernador finaliza diciendo que tenemos que cambiar hábitos y dejar de tirar el agua, que las próximas guerras en el mundo serán por agua. Ahora resulta que además tenemos que soportar la política del miedo, de la amenza. ¿Quién tiene que cambiar hábitos, joven gobernador? El Estado regulando la extracción indiscriminada de agua de las empresas, relocalizando la industria hipercontaminante, regulándola. No más consejos huecos.
