Por Félix Cortés Camarillo
La libertad, Sancho, es uno de los más preciososdones que a los hombres dieron los cielos; por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. // Segunda Parte, capítulo 58
No debiera sorprendernos que el gran debate que ha quedado pendiente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a las interpretaciones del artículo 19 constitucional sobre la polémica prisión preventiva oficiosa sea tan ajeno a la preocupación del mexicano de a pie. Con la inflación incontenible y la violencia desatada en más de la tercera parte del territorio del país, el déficit de un sistema de salud que iba a ser igual que el de Dinamarca y sigue siendo manejado don torpeza y corrupción, los mexicanos tenemos cosas más importantes en las que pensar y por las que preocuparnos.
A efectos de mantener la distracción que provoca lo complicado del problema, se ha procurado desde el Ejecutivo y en otras plataformas hacerlo pasar como una discusión sobre tecnicismos jurídicos o legaloides, cuando la disyuntiva es sencilla. Se trata de que el acusado de un delito pueda o no seguir su juicio en libertad cuando su caso reúna ciertas condiciones y de que la interpretación del Ejecutivo de esa norma sea contraria al espíritu de la Constitución, las leyes que de ella emanan y los compromisos internacionales suscritos por nuestro gobierno.
Para ponerlo en términos sencillos, alrededor de cien mil reclusos en México han pasado meses y a veces hasta más de una docena de años sin que su juicio haya concluido, violando el principio admitido en todos los discursos políticos de que todo acusado es inocente mientras no se pruebe su culpabilidad. En algunos casos el tiempo que llevan en prisión excede la pena máxima que se les impondría si se prueba su culpabilidad: en caso de inocencia saldrían con un “usted dispense”.
Lo que no se dice es que la mitad de esos reclusos son personas carentes de recursos para contratar un abogado hábil o sobornar un agente del ministerio público corrupto. Lo que no se dice es que una mayoría de esos presos pobres son mujeres. Lo que no se dice es que la prisión preventiva se puede dictar si el fiscal solicita vinculación a proceso, con lo cual el presunto delincuente pasa a ser, de hecho, un sentenciado a prisión sin término establecido.
El asunto se ha convertido, como todo en este país, en un juego de vencidas entre los grupos del poder, con una poderosa pandilla que se empeña en adivinar los deseos del presidente López antes de que siquiera los exprese, sin admitir que se están violando todos los días los derechos humanos de mexicanos a los que siempre se alude en la frase “primero los pobres”.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Alejandro Moreno, líder de lo que queda del PRI, acaba de darle la puntilla a la posibilidad de armar una oposición en contra de Morena, unidad cementada con engrudo aguado, apoyando una salida negociada con Morena, para darle el apoyo del membrete que representa a la militarización de las fuerzas policíacas de nuestro país.
A la manera del presidente López, el presidentito del PRI se envuelve en la bandera de la independencia y la dignidad para lanzarse al vacío de “a mi partido nadie le pone condiciones” cuando PAN y PRD le advierten que si sigue de palero en la militarización, la alianza Va Por México valdrá lo que se le unta al queso. Hoy a las diez de la mañana, “Alito” va a darle fundamento verbal a las monedas de Judas, que aquí se traducen en el pacto con los legisladores de Morena para detener el desafuero de Moreno. Así les irá a los priístas que aún quedan
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