Por Obed Campos
El nombre de esta columna lo tomé del título con el cual, mi compadre, el sí escritor, Eloy Garza, intituló su columna que publicaba a finales del primer decenio de este siglo, en el portal lostubos.com el cual fundamos mi otro compadre José Jaime Ruiz y yo.
Y es que si hubiera que recetarle un bautizo a esta semanita que, por fortuna, hoy termina, créame que le quedaría como anillo al dedo ese: “De santos y herejías”…
Por otro lado, mi hermana Flor, que es mucho más perspicaz y aguda que muchos y muchas periodistas que conozco, siendo ella abogada, no suelta una máxima: “A los santos se les santifica y a las ratas se le ratifica…”.
Teniendo esa última máxima en cuenta es muy ingenuo aquel que crea que de la noche a la mañana, no más por conseguir el carnet de militante de Morena, la gente queda purificada y olvidados toooooodos sus pecados.
¿O usted cree en la honestidad de tipos como Manuel Bartlett, o como Napoleón Gómez Urrutia…?
Tampoco crea usted, por favor, en la posición blandengue del gobierno con lo de “abrazos no balazos”, porque cualquiera con dos dedos de frente sabe que al crimen se le combate con energía y acciones inteligentes, no con santurronerías, pero eso no significa que a los de la federación les vaya a temblar la mano para tumbarle la cabeza a más de cuatro estorbosos a batazos.
Y si no, que le pregunten al ex gobernador de Tamaulipas, si es que logran encontrarlo…
Ahora que ¿expertos en seguridad? Serán expertos en negocios… con el dinero de otros. Hacerse millonario en un sexenio no es un sueño imposible en este país, en el cual hay miles a los que “les encanta la mantequilla puñados”.
Y si tan honestos son, que alguien nos explique de qué vivió el señor tantos y tantos años en campaña y sin trabajar ni un solo día… ¿De donde salieron los fondos para pagar el acta constitutiva de la famosa chocolatería que la que ahora los ha vuelto millonarios…?
¡Viva Tatiana Coluthier! Hacen falta muchas mujeres (y hombres) con esos talantes.
Y para cerrar estas retobadas de viernes, anote usted bien:
No fue nada más el fracaso espectacular del caso Debanhi Escobar ni las subsecuentes exhibidas lo que le costó la cabeza al ahora ex fiscal Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez (y los demás feminicidios irresolutos) fue el fracaso general de su administración al frente de una fiscalía atorada en el lodo de la corrupción, la indiferencia y el fastidio de lo que no funciona.
Si algo nos dejó en claro Guerrero Gutiérrez nada más fue un detalle: que la justicia de Nuevo León no existe.
Eso sí, contrario a la razón, a Gustavo Adolfo, en vez de demandarlo, lo premian jubilándolo con una jugosa notaría.
No se sorprenda: Nuevo León también es México y México es la cama del surrealismo.