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Malinche: 113 años de la silla regia

Por Óscar Estrada

Es innegable, estamos hechos de polvo de estrellas, pero pocos saben que los regiomontamos estamos hechos también de aserrín de olmo; esta es la epopeya que me contaron mis antepasados.

Cristóbal Treviño era un exitoso comerciante que tenía su tienda en la calle 15 de Mayo #83, ahí distribuía muebles de madera que le producía el extraordinario carpintero Manuel Reyes en el taller de carpintería que estableció en 1895. Esta relación de negocio pronto sería llevada a un segundo nivel. 

Monterrey ha sido pionero en la Revolución Industrial, con esa misma visión Manuel Reyes y Cristóbal Treviño, ambos hijos del Siglo de las Luces, se asocian y fundan en 1909 la Compañía Manufacturera de Muebles La Malinche, S.A., el capital inicial es de cien mil pesos y sus objetivos y sueños son claros: manufacturar muebles de madera en serie con procesos de excelencia. Situaron la gran fábrica en los desolados límites de la ciudad, cerca del camposanto y de una gran acequia. Entre lo que hoy son las calles Isaac Garza, Jerónimo Treviño, Carlos Salazar, América y Martin de Zavala. Pronto el entrañable aroma a bosque y trementina inundó el barrio.

Desde el inicio se especializaron en hermosas sillas y mecedoras de gran calidad. Mecedoras que, a pesar de su oscilatorio perpetuo, aún sobreviven. Tenían procesos altamente tecnológicos, curvaban la madera a vapor con la técnica inventada por el destacado diseñador de muebles austrohúngaro Michael Thonet. La madera que siempre usaron fue el olmo americano aunque también trabajaron la caoba, el cedro y el encino. Cuentan que en su volumen de producción más alto llegaron a fabricar mil doscientas sillas diarias. ¡Inconcebible!

En 1929 recibieron la Medalla de Oro en la Exposición Mundial de Sevilla, España.

Si bien, el estilo que identifica a la mueblería es el diseño nórdico, tambien elaboraron muebles con diseños Art Déco, austríacos, Windsor y estilo mexicano. Este particular y fascinante state of the art los impulsó a replicar la memorable silla plegable Bauhaus B751 de Thonet —que se nombró como la No. 350— y a colaborar en 1968 con Knoll en producir unos sensacionales maleteros para el Hotel Camino Real. Incluso La Malinche llegó a manufacturar radios.

La Silla No. 10 es un caso extraordinario; este modelo transitó desde los hogares regiomontanos hasta conformar el mobiliario e identidad de la cantina típica de la ciudad. Es fácil identificar a las sillas originales: todas cuentan con un sello pirograbado de los diferentes logotipos de La Malinche y, en algunos casos, una calcomanía vintage.

En los 30 distribuían su famosa “Línea de Oro” (“Compre en plata lo que vale en oro”) en cuatro sucursales Malinche: Escobedo #888, Zaragoza y M.M. del Llano, Madero #420 Poniente y 5 de Mayo y Escobedo. La “Línea de Oro” se sumaría a los primeros premios que daba el sorteo del periódico El Porvenir en esa época.

En 1966 Reyes y Treviño le compran a Lankenau y a Arredondo la distinguida fábrica de muebles El Áncora, fundada en 1915. 

En Monterrey no ha habido otra mueblería más importante y decisiva para entender la modernidad de los hogares regiomontanos en la mitad del siglo XX que La Malinche. Forma parte ya del patrimonio moderno de Nuevo León. La relación amorosa que tenemos los coleccionistas regios con las sillas Malinche es la misma relación amorosa que tenemos con nuestras montañas, con el Cerro de la… ¡Silla! Así, la silla —el objeto de deseo— deviene en símbolo de identidad fraternal. 

Tristemente La Malinche, única en su tiempo en toda Latinoamérica, cierra sus puertas en 1973: después de una cadena de eventos desafortunados —un incendio entre ellos— y una larga huelga iniciada en 1971. Sin duda, al igual que la Fundidora, se cerraron sus puertas y se abrió una herida en la ciudad, se abrió una herida en nosotros. Desgarradora herida que solo se subsana, a la manera jasídica, honrando su memoria y la de sus fundadores.

Pocos pueblos pueden tener el orgullo de decir que amueblaron dignamente las casas de sus habitantes; lo hicieron los Shakers, lo hicieron los nórdicos, lo hizo La Malinche. Con la misma M de Monterrey, con la M de machacado, la M de la Sierra Madre, con la M de La Maestranza (Fundidora), así escribe y consagra su nombre y ejemplar historia La Malinche. 

La tradición continuará.

Octubre 2022, San Pedro Garza García, N.L.

Fuente:

Vía / Autor:

// Óscar Estrada

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Autor: stafflostubos
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