Por José Jaime Ruiz
El gobernador constitucional del estado libre y soberano de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, Samuelito, es un dechado no de virtudes sino de errores. Samuelito llegó muy temprano a la gubernatura, no es lo mismo ser opositor que tener opositores. Su fracaso es exaltar la máxima de Lucas –y de Carl Schmitt–, esto es: “El que no es conmigo, contra mí es”. Samuelito no es estratega, es anti-estratega.
Acostumbrado a las decisiones cupulares, Samuelito no intentó generarse una base social a partir de sus electores, al contrario, apostándole no a la horizontalidad sino a la verticalidad, lo suyo fue comprar diputados y alcaldes. Gobernar desde las redes sociales no es gobernar porque las redes ni disuaden ni persuaden. Los primeros clamores en su contra vinieron de la realidad más real, como el abucheo en el Estadio Universitario, donde juegan los Tigres.
Su alejamiento con la sociedad se fincó también en el aumento a las tarifas del transporte público, a los servicios de Agua y Drenaje, el replaqueo justificado por la inseguridad, la probabilidad de la recaudatoria verificación vehicular y cada vez más impuestos en contra de los ciudadanos. La realidad rebasa a Samuelito por la derecha y por la izquierda: la contaminación es causa de muerte y de enfermedades respiratorias; la movilidad, paradójicamente, inmoviliza; la inseguridad crece, en fin, la crisis del agua lo desnudó como un rabioso político.
Y la clase política, local y nacional, desdeña sus rabietas porque promete acuerdos que no cumple, así lo dice el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal, así lo menciona uno de los dueños del PAN, Zeferino Salgado, hasta el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, no baja a Samuelito de hipócrita.
Sun-Tzu recomendó no ir a batallas que de antemano se saben perdidas. Samuelito no pretende la gobernabilidad sino la imposición, así no se puede ni desde la perspectiva ciudadana ni desde a perspectiva de sus adversarios políticos. Samuelito se inventó su propio berenjenal, el Prianato ya le quitó la Fiscalía Anticorrupción, la Fiscalía General, el presupuesto, la Subsecretaría de Administración Tributaria, ahora van por el Instituto de Control Vehicular, Agua y Drenaje y el Sistema Estatal de Autopistas. Hasta algunos de los municipios más importantes de la metrópoli, en términos de densidad electoral, están en su contra.
Samuelito ya perdió. Carece de representatividad social y el Congreso, el Poder Judicial, el poder de la procuración de Justicia no le pertenecen. Ya lo escribió Robert Greene en Las 33 estrategias de la guerra: “…tu obstáculo eres tú mismo. Si te extravías y confundes, si pierdes tu noción de dirección, si no puedes distinguir entre amigos y enemigos, sólo debes culparte a ti mismo”. Entiéndelo, Samuelito.