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Ser o no ser consejero del INE

Por José Francisco Villarreal

Este 27 de noviembre se espera una marcha de unidad alrededor del presidente López, aunque es notorio que surge como respuesta a la marcha opositora en defensa de Lorenzo y sus quincenas, aquel happening de “El INE no se toca”. Más bien parecen “retas” de chamacos a ver quién la tiene más grande… la popularidad, o quién escupe más lejos. La consigna de la marcha ciudadana pro-Lorenzo fue tan exitosa que hasta llegó a Qatar, y eso a pesar de los espeluznantes personajes que encabezaron la marcha en CDMX. Obviamente, los protestones mexicanos en Qatar no eran “fifís”, ¡núncamente!, sino humildes mexicanos comunes y corrientes, de los que se topa uno en cualquier esquina. Nada nos detiene a la hora de ir al “depo” por la caguama colectiva, o al otro lado del mundo para ver jugar a la Selección Mexicana y defender al INE. Supongo que los qataríes estaban ansiosos de conocer ese platillo exótico que es la democracia sazonada con institutos electorales. El emir (príncipe) don Tamim debe estar muy interesado en que sus súbditos degusten ese bocado insurgente.

Con todo y piquitos y periquitos, la marcha opositora fue un ejercicio democrático realizado sin incidentes ni represión oficial. Lo cuestionable es la representatividad real de esos contingentes. Así hubiera sido la imaginaria cifra de “cientos de miles”, son una brizna en el pajar de decenas de millones de mexicanos. Así será el contingente de este 27 de noviembre, sólo que una brizna más o menos gorda, según suceda. Pero a pesar de las magnitudes de ambas marchas, no creo que cambien nada. Aunque don Andrés lograra movilizar a millones, su reforma electoral está dictaminada ya en los partidos de oposición y los lobbies económicos. ¡El INE no se toca!, y Lorenzo tampoco. Pero aunque el INE ha permanecido más o menos intacto desde que desplazó al IFE, Lorenzo ha sido más bien favorecido por los toqueteos a las leyes electorales. El IFE sí se tocó, y a eso le debe Lorenzo su jugosa gestión como consejero. Aquellos cambios, avalados por partidos que ahora se aferran en conservarlos, meten ruido a la verdadera razón del rechazo… y despierta dudas sobre su coherencia. Porque el IFE sí se tocó, no para desaparecerlo sino para crear el INE, tal como ahora se pretende reformar, no desaparecer al INE. Aun sin los chismes bastante verosímiles del “Martes del jaguar” es evidente que el INE necesita, le urge ser reformado. Eso… o por lo menos lavar con lejía y estropajo de alambre la integridad del consejo.

Cuando cambiaron las leyes electorales, pastoreados por los discretos tutores de Peña Nieto, la designación de consejeros quedó bastante clara. Sin meternos en honduras del 41 Constitucional, la ley facilita la imposición de consejeros a modo de los partidos. El pequeño detalle es que, como les convenía a los partidos entonces mayoritarios, se legisló para que el partido en el poder calibrara la evaluación de candidatos al consejo y decidiera, a veces no muy lateralmente, las cuotas de partido en el INE. Así está la ley electoral que tenemos y que “cientos de miles” no quieren que se toque. El pequeño detalle es que ahora no hay un partido en el poder sino un movimiento social-político de coalición. Es decir, Morena y sus cuates tienen la facultad, por ley, de hacer lo que hizo la oposición cuando tuvo el poder: imponer consejeros y repartir cuotas. Por un lado, los partidos de oposición quieren mantener este esquema (“el INE no se toca”), pero no querrían correr el riesgo de que comités y consejeros con aroma a la 4T les frustren su reinstalación en el poder.

La elección abierta de consejeros del INE no es antidemocrática, es bastante coherente con la naturaleza de ese instituto. La oposición rechaza esta elección porque suponen, y suponen bien, que en una elección universal se impondría el criterio de don Andrés en vista de su popularidad. Aquí hay otra bronca, porque si se rechaza el valor de ese voto universal se está rechazando a la democracia. Es de esperarse que muchos votos sean irreflexivos, casuales, o alentados por simpatía, conveniencia, promesas, dádivas, simple estupidez, pero no por análisis de candidatos. Sí, pero así es la democracia mexicana, y así ha sido siempre en todas las elecciones para cualquier cargo de elección popular. El voto para consejeros del INE tiene las mismas posibilidades de ser tan acertado o equivocado como el voto en cualquier elección regular. La democracia es una generalización en la que puede legislarse hasta el modito de andar de los ciudadanos, pero es tan imperfecta como cada individuo porque nace en ese tenebroso laberinto de contradicciones que es la conciencia del elector. No hay leyes que aseguren una democracia impecable cuando no ha habido un régimen que facilite la unidad social más allá del Grito de septiembre, de un concierto en el Zócalo, de una marcha estridente, y de un gol de la Selección; en consecuencia, no tenemos un criterio razonablemente común respecto a un gobierno o un régimen (que son hermanos, pero no gemelos). Unidos y socialmente comprometidos, podríamos votar por un prócer o por un tirano, pero con pleno convencimiento de lo que queremos y lo que creemos que nos conviene a todos. La democracia nos obliga a aceptar cualquier caso.

El único recurso que le queda a la oposición, si mantienen su negativa absoluta a la reforma, es apelar a la honestidad, a la ética, a los valores civiles y hasta religiosos de los miembros de la Jucopo, la CNDH y el INAI, para que integren comités técnicos sin tendencias para que evalúen a los candidatos al consejo del INE. Si la selección del comité técnico y su actuación fueran impecables, sería otro problema, porque disminuirían las posibilidades de los partidos para meter sus cachirules en el consejo del INE. El dilema es hamletiano, porque si avalan el voto universal para el consejo del INE, se arriesgan a que el voto popular les bloquee posiciones. Pero si como pretenden, impiden ese voto universal y mantienen el actual formato, mientras gobierne la 4T también tendrán posibilidades limitadas para cobrar sus cuotas en el consejo, y sólo les quedaría la esperanza de un cambio de régimen para, ya desde el poder, recuperar esas posiciones.

Lo que me lleva a pensar que, al menos en este punto, el pleito entre la oposición y la 4T alrededor de la reforma electoral es llanamente un tema de poder, y no sólo en la elección de consejeros del INE. Por ahora, en este caso, hacia donde sea que dispare la oposición, la bala terminará en su pie; lo que, a su vez, hará paticoja cualquier marcha futura. “Ser o no ser”… Si el príncipe Hamlet hubiera lanzado su soliloquio sobre el dilema de la oposición y los consejeros del INE, la noble Ofelia se habría suicidado de puro fastidio desde la primera escena del acto tercero.

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Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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