Por José Jaime Ruiz
Amaestrado en los litigios corporativos, el secretario general de Gobierno, Javier Navarro Velasco, es una posición política de la clase empresarial regiomontana en el gobierno de Samuel Alejandro García Sepúlveda. Su reciente trabajo fue presidir el Consejo Cívico de las Instituciones que es el brazo, precisamente, político de los grandes consorcios regios: una especie de balancín de la moralidad pública que pretenden imponer a los ciudadanos.
Cara la reputación e idolatrado el prestigio en Monterrey. Perder reputación o prestigio es el acabose ante nuestra sociedad hipócrita. Por eso el secretario de Gobierno de Samuelito promovió un desplegado de desagravio cuando los diputados le extendieron la posibilidad de un juicio político a la par del fiscal Anticorrupción, Javier Garza y Garza, quien solicitó una declaratoria de procedencia.
En el desplegado de marras más de dos mil personas, entre ellas sus compañeros de gobierno, lo ensalzan como una persona “honorable, padre de familia ejemplar y hombre comprometido”. Pues puede ser todo eso y más, pero lo cierto es que como funcionario público, Javier Navarro es un desastre y desacata la ley y los reglamentos cada vez que Samuelito lo indica. En efecto, es comprometido, un hombre comprometido con Samuelito.
No sólo eso, también es un funcionario marrullero. Javier y la secretaria de Salud, Alma Rosa Marroquín, siguiendo el úcase del gobernador, inventaron el montaje de una crisis sanitaria por la variante del Covid denominada Perro del Infierno, lo cual fue la excusa para que se adelantaran las vacaciones de los burócratas, aunque luego se desdijeron al aclarar que se trabajaría en la modalidad de home office.
A principios de marzo se registraron sólo 79 contagios de Covid, una cantidad bajísima desde que comenzó la pandemia y el gobernador Samuel García celebró con un “se acabó” y confirmó la reactivación al 100 por ciento en todos los giros comerciales y sitios de esparcimiento. Ahora, en semáforo en verde y con 80 casos de contagios al día, uno más que en marzo, obligan al uso del cubrebocas en lugares cerrados y clausuran las actividades del gobierno. De este tamaño es la marrullería.
Javier engaña a los ciudadanos y es marrullero políticamente al realizar el montaje de los cubrebocas obligatorios, lo que va en contra de lo dicho por el subsecretario Hugo López-Gatell de que en este momento la medida no es obligatoria, sólo acata los caprichos de García Sepúlveda para que se imponga el Presupuesto de 2022 como Presupuesto 2023 y así reventar las disposiciones legislativas del PRIAN.
Javier Navarro es tan honorable que no le importa engañar a los ciudadanos con la distracción del cubrebocas obligatorio, las vacaciones de los burócratas y su marrullero home office. Javier no se engaña ni a sí mismo y todo esto es un juego político que nadie cree. Amaestrado en obedecer a sus patrones, este ser honorable, padre de familia ejemplar y hombre comprometido, ha caído muy bajo al lamer los dictados de Samuelito. Algo hay que reconocerle al secretario general, el señor Javier Navarro, y es su vocación coprofílica: cada vez la expele mejor.