Por Carlos Chavarría
Qué bueno que se juntaron empresarios, políticos, y otros personajes de la elite mexicana y llegaron ahora sí a la conclusión de que son demasiados los riesgos a los que está expuesta la democracia debido a la concentración excesiva del poder en una sola persona: el presidente de la República.
Por qué se tardaron 100 años en percatarse de lo obvio, será materia de estudio por los historiadores del poder público en México. Lo que sí es muy claro, es lo estrecha que es su visión de los problemas y riesgos del país, porque todos ellos son parte de algo llamado gobernanza, que en realidad es lo que debe reconstituirse.
Sin despreciar sus propuestas o al menos lo publicado de ellas, quitar el subsidio a las gasolinas y combustibles por supuesto que reduce el riesgo del colapso de las finanzas públicas con todos sus nefastos efectos, pero ¿con eso se consigue acotar el poder presidencial?.
Si dispusiéramos un modelo policéntrico de gobernanza, ¿cómo podríamos evitar la parálisis por deliberaciones interminables? ¿Cómo sería posible mejorar la distribución del ingreso en una economía de intenso crecimiento sin recaudar más? ¿Existe algún modelo donde la economía pueda marchar sin supeditarse al oligopolio que hoy llamamos partidos políticos?
Desde que surgió la Constitución del 17, el modelo de gobernanza se formuló para que todo girase en torno a la figura presidencial para pacificar la nación y moderar las ansias de la “familia revolucionaria”, pero estábamos, por diseño, aceptando el sometimiento de todos, a las veleidades de un solo hombre y el peso relativo de cada grupo de interés y con intereses, dentro de la órbita de cercanía que cada uno ocupaba con respecto al presidente.
No en balde, Vargas Llosa, la calificó en los 80´s del siglo anterior, como la “dictadura perfecta”. Todo grupo de interés aceptaba las reglas universales, aunque no escritas del “sistema”, y recibían parte de los beneficios al ser tocados por la varita mágica del poder presidencial, con tal de someterse a su voluntad.
Subían y bajaban los bonos de cada personaje, “si hoy no te tocó ya vendría el bueno”, y siempre las reglas de la corrupción lo concedían tarde o temprano. Nadie se quejaba, excepto que el país perdió 100 años de verdadero desarrollo y se desperdiciaron grandes oportunidades que solo se convirtieron en el auge de los líderes de esos grupos que se reúnen.
Con Luis Echeverría se rompió la “la pulcritud y tersura “ del manso transcurrir del sistema, porque la acumulación de los problemas le explotó en las manos y decidió como todo monarca que “la economía se manejaba desde Los Pinos”. Pero a pesar de las evidencias nadie se asomó siquiera a la idea de quitarle poder al presidente y por los siguientes 70 años después de Echeverría, el sistema cedió un poco de autonomía de gestión en algunos temas, que no resulto ser sino un frágil intento de enviar riesgos pero no de corregir el rumbo.
Hoy la presidencia le usurpa el discurso transformador a la sociedad, ganándose la buena voluntad de muchos ciudadanos esperanzados como antes todos estuvimos, pero con la intención subyacente por devolverle a la presidencia todo su esplendor hegemónico.
Así como el presidente habla de acabar con la corrupción pero no cambia ninguna mala práctica enraizada en el cotidiano hacer de los gobiernos de los tres niveles, así mismo, los preocupados líderes reunidos en sesudos conclaves, invocan la misma temática pero sin apuntar en concreto acciones y objetivos que estimulen y conduzcan la energía social hacia un futuro convincente para todos.
“Gobernanza es la realización de relaciones políticas entre diversos actores involucrados en el proceso de decidir, ejecutar y evaluar decisiones sobre asuntos de interés público, proceso que puede ser caracterizado como un juego de poder, en el cual competencia y cooperación coexisten como reglas posibles; y que incluye instituciones tanto formales como informales. La forma e interacción entre los diversos actores refleja la calidad del sistema y afecta a cada uno de sus componentes; así como al sistema como totalidad”. María Victoria Whittingham Munévar, Ph.D.* .
¿De un sistema centrado en el presidente hacia dónde proponen migrar? ¿O será que solo se trata de cambiarlo poquito como antes, cuando se ponían en peligro los intereses de unos cuantos?.
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