Por José Jaime Ruiz
La senadora Lilly Téllez es la gran figura que ridiculiza a los opositores de la 4T. Exhibicionista, ignorante, sus desplantes no disminuyen, al contrario, ayudan a los ciudadanos para ver el nivel iracundo, acosador y provocador de la oposición. Condenarla de poco sirve, exhibir su exhibicionismo vulgar es la impronta de quienes defienden las políticas públicas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El objetivo de Lilly, como el de Kenia López, se desfigura porque sus agresiones e insultos, frente a la ecuanimidad de AMLO en la mañanera del jueves 20 de abril y, recientemente, de Jesús Ramírez Cuevas en un recinto del Senado, las dibujan como lo que son porque, su alharaca, las dimensiona como senadoras de carpa. Una recomendación: dejen de gritar, señoras… y mejoren sus argumentos. Es aconsejable que sigan en lo suyo porque, se sabe, el desmadre por el desmadre no vale madre.
Expulsar o ningunear a Téllez del discurso público es un sinsentido político. A pesar de sus requiebros y su traición a la 4T (como la de Germán Martínez, la ministra Margarita Ríos-Farjat y el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá), paradójicamente, desde la oposición Lilly Téllez consolida electoral e ideológicamente a la 4T ya que forma parte de esa clase política por la que los ciudadanos ya no votan.
“El discurso requiere separar la opinión propia de la identidad propia. Los individuos que no poseen esta capacidad discursiva se aferran desesperadamente a sus opiniones porque, de lo contrario, su identidad se ve amenazada. Por ello, el intento de hacerles cambiar de opinión está condenado al fracaso. No oyen al otro o no lo escuchan. Pero la práctica del discurso consiste en escuchar. La crisis de la democracia es ante todo una crisis del escuchar”, escribe Byung-Chul Han en su libro Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia (2021, pp. 28-29).
Sorda consuetudinaria, Téllez es una destacada protagonista de la desesperación circense de la derecha, de los conservadores. Como no escucha, no tiene argumentos: los gritos carecen de ideas. Su Ser en el mundo se resuelve en acoso, en provocación. Personaje esperpéntico, sólo deja en ridículo a sus aliados, lo cual la 4T debe celebrar: ¡aplausos para Lilly Téllez!
