Por José Jaime Ruiz
Hace unos días los alcaldes del llamado Pacto Nuevo León, arropados por diputados del PRI y del PAN, se apersonaron en el Congreso para exigir a la administración de Samuel Alejandro García Sepúlveda que cumpla los acuerdos en el flujo de los recursos a los municipios. El origen del acuerdo de la entrega de esos recursos no tuvo un origen administrativo, su origen fue fundamentalmente político.
Al descartar el anterior Fondo Metropolitano, el gobernador de Nuevo León anunció a principios de año un fondo, originalmente de 3 mil 500 millones, para los municipios del estado, fue una manera de atemperar la avanzada política del PRIAN en contra de esta administración. García Sepúlveda condicionó el uso de estos recursos al envío de proyectos por parte de los alcaldes y su aprobación.
En efecto, en el gasto está el desgaste. El gobierno de Samuel Alejandro busca impedir que esos recursos se usen con fines electorales; los miembros del Pacto Nuevo León desean usarlos a discreción, sobre todo tendiendo de su lado a Jorge Galván –el empleado de Francisco Cienfuegos– y su gavilla, quienes tienen secuestrada para el PRIAN la Auditoría Superior del Estado. Los recursos que se proporcionan a los municipios del PRIAN no son auditados, son aprobados en complicidad con la red de tráfico de influencias vigente. Los “entes autónomos” del estado u otros poderes, son una extensión del PRIAN, así la ASE, así la Fiscalía General con Pedro Arce, empleado y compañero de pachanga de Paco Cienfuegos, así el Tribunal Superior de Justicia que preside Arturo Salinas, empleado de Raúl Gracia y Zeferino Salgado, por tanto, empleado de Francisco Cienfuegos.
César Garza Villarreal, alcalde de Apodaca, declaró: “Básicamente, la realidad es que es una decisión política, que tiene más que ver con las tensiones del Congreso. El pleito que hay entre el Congreso y el Gobierno del Estado, pues lo estamos pagando los municipios”.
El problema es que el Pacto Nuevo León no es una “entidad autónoma” de la mafia política de Paco Cienfuegos, es otra de sus extensiones electorales y los acarreados al mitin así lo demuestran. Para ser preciso: si César Garza Villarreal quiere ser candidato priista al Senado y si Cristina Díaz desea heredarle la alcaldía de Guadalupe a su hijo Tomás Montoya, el impresentable Paco Cienfuegos (quien los ha traicionado antes) no es el mejor aliado.
Para romper la perversa red del PRIAN de Chefo Salgado y su jefe, Paco Cienfuegos, el gobernador García Sepúlveda no va a negociar con alcaldes que le hacen montón, su equipo negociará los recursos uno a uno. La base municipal de Paco y Chefo es muy vulnerable porque los alcaldes tienen sus propios proyectos administrativos y políticos. Samuel Alejandro minará a Paco y Chefo desde las negociaciones municipales y lo alcaldes, si realmente representan a los ciudadanos, deberán de optar entre un Pacto Nuevo León o un “Paco Nuevo León”.
El PAN y el PRI nacionales están jodidos, son partidos en extinción; en Nuevo León la mafia del PRIAN, y sus gavillas en otros organismos, están tocados. Los alcaldes del PRI y del PAN nada le deben a Paco Cienfuegos ni a Chefo Salgado. Someterse a ese servilismo es perder de vista el próximo año electoral.