Por Félix Cortés Camarillo
Me parece sumamente ocioso re-entrar en la vana polémica del género en la gramática española; tener que volver a explicar que si mi mujer acude a una reunión de vecinos, constará que está presente y no presenta. De lo contrario se le criticará por ausente y no por ausenta. Circula por ahí una copla ingeniosa sobre el tema, que surgió en nuestro país a raíz de una ocurrencia de Vicente Fox, cuando introdujo, al inicio de sus discursos, aquello de “mexicanos y mexicanas”, presumiblemente a sugerencia de Martita.
Vale la pena hacer notar que las mayores babosadas de nuestros presidentes –como clausurar un aeropuerto de primera a medio construir– nazcan a partir de una ocurrencia y generalmente se atribuyan a las charlas de alcoba, muy probablemente con la su esposa.
En fin, la Real Academia Española sólo acepta el término de alcalde para quien ejerce el gobierno de un municipio, sin asomo de alcalda, también dice que quien preside cualquier cosa, entidad o estado, puede ser llamado presidente o presidenta. Todo vale.
Lo menciono porque, a cómo van pintando las cosas en nuestro país, vamos a tener una mujer al frente del Poder Ejecutivo. Una presidenta o presidente, pero mujer.
Es innegable que lo peor que le puede pasar a México es la prolongación de esta oligofrenia que se llama la 4T. Es obvio, que el único corcholato que “podría” asumir esa tarea, al menos en la apariencia, es el paisano y hermano Adán Augusto. Es evidente que el que se alejaría todo lo posible desde el destape final-final es Marcelo Ebrard. Eso le garantiza un premio de consolación, que se pactó en la cena de sucesión hace un par de semanas.
No queda más que lo evidente: Claudia Scheinbaum, favorita del gran elector, será ganadora del concurso de popularidad comprada que ahora llaman encuesta, y será candidato (a) de Morena a la presidencia de la República. Con lo cual cierro este pronóstico que tiene más probabilidades de acierto que la quiniela progol. México tendrá presidenta.
Desde luego que eso no quiere decir que mis simpatías o anhelos se inclinen por la más inepta de las corcholatas oficialistas. Lo que pasa es que en el otro lado del río las cosas no son óptimas. La famélica oposición, torpe y egocéntrica –cuando no corrupta– tiene una baraja muy escuálida y, sobre todo, poco tiempo: el viejo zorro de las mañaneras les dio un albazo al más puro estilo Echeverría. En el arsenal de la oposición hay cartuchos tan quemados como Santiago Creel, Beatriz Paredes, Silvano Aureoles o Claudia Ruiz Massieu. Si me dan chance, me apunto.
Las únicas fichas de peso en esta mano de dominó son Xóchitl Gálvez y Lilly Téllez. Las dos mujeres de enjundia, que van cuesta arriba pero van, y tienen los talentos para ganarle a Claudia. A mí me vale sorbete lo que digan las encuestas, pero si –como buen macho mexicano– tengo que aceptar que a mi país lo gobierne una mujer, como sucede en mi hogar, prefiero a cualquiera otra que a la ex esposa de Carlos Imaz.
Tendremos presidenta.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): En la desbocada e histérica pretensión de establecer todas las agendas nacionales que está agudizando Lopitos, la más evidente es la de darle consejos a la oposición sobre lo que deben hacer para perder ante él. Lo peor es que la torpe oposición le siga la corriente tomándolo en cuenta.
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