Por Francisco Tijerina Elguezabal
Entre los que son igualmente malos no hay paz si no es la impuesta por el miedo de alguno que es peor. // Concepción Arenal
Intento, pero no logro comprender la lógica que mueve a un grupo de personas a pretender aparentar lo que no son ni serán.
26 candidatos “sin partido”, unidos en una estructura llamada “Vibra Cívica”, buscarán convertirse en diputados del próximo Congreso de Nuevo León.
Juan Carlos Pérez Góngora, quien dice ser vocero del colectivo pero tiene más traza de dirigente, dijo que “buscan impulsar especialistas y catedráticos que representen los intereses la población”.
Añadió que «Los partidos políticos no han tenido la capacidad de atender las agendas ciudadanas, y es momento de que ahora los ciudadanos tomen el control del Congreso, a través de una verdadera representación y que se atienda la agenda de los ciudadanos y no la de los partidos políticos».
Todo muy bonito y muy sabroso, pero resulta que para todo efecto práctico, Pérez Góngora pretende curar el mal aplicando la misma medicina, porque tan pronto lleguen al Congreso los integrantes de “Vibra Cívica” se convertirán en bancada y como tal se comportarán, atendiendo las indicaciones y órdenes que él mismo les dé.
Pero creamos su choro mareador de que son independientes y exijamos que desde ahora asuman un compromiso por escrito y ante Notario, en donde dejen constancia de que en caso de ganar no se cambiarán a ningún partido, sea “el cañonazo” o la amenaza del tamaño que fueren.
Así, y sólo así, les abonaré a su cuenta un poquito de credibilidad. Antes no.
