A 40 años de su muerte, la filosofía del autor de ‘Vigilar y castigar’ sigue muy viva, más que nunca; su obra es de la que más se escribe en el mundo, afirma el investigador de la UAM-Iztapalapa.
El doctor Sergio Pérez Cortés empezó a leer desde hace medio siglo a Michel Foucault (1926-1984), a quien define como un filósofo del presente y al que dedica su más reciente libro como legado personal; publicó MILENIO.
En Michel Foucault. La fuerza de la crítica (Gedisa, 2022), el filósofo mexicano quiso dejar constancia de su afecto por el intelectual francés, cuyo 40 aniversario luctuoso se conmemora en junio.
“Guardo mucho afecto por Foucault y claro que un amor tan largo pasa por periodos a veces muy intensos, a veces de relativo alejamiento, pero siempre con gran afecto. Y entonces consideré que, una vez que mi carrera está muy avanzada y prácticamente acercándose al final, no podía dejar este mundo sin establecer constancia de ese afecto que he tenido siempre por Foucault, más o menos intenso, más o menos apagado, pero siempre real. Este libro quiere ser el pago de una deuda intelectual a alguien que me ha acompañado todos estos años, que ha sido una enseñanza para mí, una guía en el pensamiento.
En entrevista, el doctor en Lingüística por la Universidad de París X-Nanterre y en Filosofía por la Universidad de París I-Sorbonne expone que su libro también se distancia de todas las interpretaciones que hacen de Foucault “un pensador frívolo” y lo coloca al interior del criticismo de la modernidad.
“El libro fue escrito con la idea de establecer una base fuerte filosófica para Foucault. Hay muchas lecturas de Foucault, algunas lo hacen un pensador frívolo, un dandy intelectual, que cambia de punto de vista a cada momento, que puede permitir desde la anarquía más extrema hasta una personalización. Esto no es lo que hará que permanezca en la tradición filosófica. A 40 años de su muerte, su filosofía sigue muy viva, más que nunca; es el filósofo contemporáneo del que más se escribe en el mundo.
“¿Cómo explicar esa persistencia, esa resistencia de su filosofía para no ser pasajera? Eso es lo que el libro intenta responder. Quiero colocar a Foucault en la tradición crítica de la modernidad y la más fuerte de las tradiciones críticas que, iniciadas con Immanuel Kant, fueron continuadas con Karl Marx, y de las cuales Foucault es el heredero reciente. Él pertenece a la tradición filosófica crítica que es la filosofía más potente de la modernidad, la que más va a persistir y la que probablemente explica el interés de Foucault que no cede, que no mengua, donde descansa su fortaleza. Es verdad que el filósofo Foucault puede ser tratado de manera ligera, pero también hay un Foucault muy serio, muy potente”.
Pérez Cortés destaca tres periodos de la era foucaultiana: el primero, el de la arqueología basada en temas epistemológicos con un Foucault que empezó como historiador de las ciencias, al que pertenecen sus libros más conocidos: Historia de la locura, El nacimiento de la clínica y Las palabras y las cosas.
Un segundo periodo en el que el filósofo se da cuenta que no es posible una historia de las ciencias sin discurso social y político y entonces desborda el horizonte epistemológico y se coloca en el terreno político social, con libros como Vigilar y castigar, que deja más claramente esa transformación del Foucault epistemólogo en uno mucho más político, más historiador.
“El último Foucault es muy interesante porque llega a esa idea inquietante de cómo debe ser la vida filosófica si el filósofo pretende decir la verdad y esto vincula la filosofía con la existencia, los filósofos de hoy han olvidado que la filosofía no es solamente el discurso o los discursos, la filosofía también es un modo de ser, de vivir, de entenderse a sí mismo y entender a los demás. La vida del espíritu filosófico en Foucault a cada momento se experimenta, comprende, transforma hace la experiencia del momento anterior y pasa a una experiencia posterior”, explica el filósofo mexicano.
Para el investigador y profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y autor de libros como La prohibición de mentir o El telos de la modernidad. Dos estudios sobre la filosofía política de G. W. F. Hegel, mucha gente que lee a Foucault no lo comprende porque no tiene las armas filosóficas.
Me parece que a Foucault le pasa un poco lo que al Quijote, que es tan fuerte la novela de Cervantes, tan trascendente, que mucha gente cree haberla leído sin haberlo hecho, sabe qué dice.
Nunca lo había pensado como usted lo plantea, pero creo que tiene razón. Para comprender un autor no basta recorrer con los ojos el texto que nos ofrece; la filosofía no se comprende de manera tan sencilla. Para haber comprendido especialmente a un filósofo es necesario el trabajo de elucidación muy potente, que lo coloque justamente en el horizonte filosófico al que pertenece. Es verdad lo que dice: mucha gente lee a Foucault pero no lo comprende porque no tiene las armas filosóficas para efectivamente saber qué es lo que late dentro de esa superficie, que por lo demás es muy divertida, muy amena, muy atrayente. Nunca había pensado en la imagen del Quijote que plantea, pero coincido plenamente. Una cosa es recorrer el libro bajo la mirada y otra cosa es comprender, porque la lectura filosófica no es la lectura corriente, exige un fundamento más sólido a aquello superficial de la página.
Desde su muerte hace 40 años se han publicado póstumamente muchos textos de Foucault. ¿Eso cambia cómo lo leemos ahora? ¿Cómo concibe esa etapa posterior a sus grandes obras?
La publicación de sus cursos, de sus conferencias y la recopilación de sus textos dispersos por aquí y por allá ayudan mucho a precisar la figura de Foucault, también, por supuesto, ayudan a dispersarla. A veces en charlas dice no importa qué sobre sí mismo, uno puede encontrar las expresiones más opuestas dichas por él mismo. Pero, cuando uno reflexiona sobre el conjunto de eso que se llamó Dits et écrits (Dichos y escritos), que reunían sus artículos sueltos, pero también sus conferencias y sus palabras de aquí y allá, que nos permiten profundizar en su pensamiento. Algunas veces los autores mismos no son conscientes de lo que hacen y no es verdad que para el autor la obra sea transparente, perfectamente lúcida y congruente. Para el autor también su obra presenta aspectos de los que él mismo no es consciente en un primer momento y que sea la crítica o sea el tiempo echan a la luz.
Foucault tiene un aspecto que a mí me gusta mucho: gradualmente se fue haciendo autoconsciente de su propia obra. Uno de los aspectos de mi libro señala que en los últimos libros, publicados casi en el momento de su muerte, Foucault mira hacia atrás de sí y reconoce su propio trayecto; el autor se da cuenta al final de lo que ha sido el sentido de su obra, porque su obra no se revela ni a él, solo al final cuando mira hacia atrás puede reconocerse, reconocer su trayectoria, encontrar la coherencia que a veces se le escapa a él mismo y saber que su pensamiento ha tenido siempre un propósito, un fin pero que se revela al final. Eso que le pasa a él nos pasa a nosotros los lectores cuando leemos sus conferencias, su propio desarrollo: la gradual conciencia de sí qué él va adquiriendo en su trabajo.
Y ese es el efecto que tuvieron las publicaciones de los cursos, donde a veces dice cosas mucho más ligeras, se permite libertades, a veces excesivas, pero que muestran que su filosofía es una exploración del pensamiento, una experiencia del pensar, hablo en el libro de la experiencia de Foucault porque, experiencia quiere decir que uno a lo largo de la vida se va haciendo consciente de sí, y al filósofo también le sucede: su propia obra lo va haciendo consciente de él mismo, eso significa experiencia. El pensamiento también tiene una experiencia, una historia propia y creo que Foucault es un excelente ejemplo de un filósofo que se arriesga en la experiencia del pensar, él no es un filósofo como otros que escribe una novela y luego se pasa toda la vida repitiendo lo mismo, mejorándolo, agregándole, cambiándole Foucault arriesga el pensamiento le permite al pensamiento ir a terrenos insospechados para encontrarse a si mismo o a veces perderse; yo afirmo que hay libros de Foucault fallidos porque obviamente una experiencia del pensamiento que no se arriesga al error nunca encontrara la verdad.
¿Cómo aterrizan las ideas de Foucault dentro de un mundo como el que estamos viviendo?
Foucault pertenece a esa corriente filosófica que siempre se preocupó por pensar el presente, por pensar en su actualidad. Y al final de su vida escribe un artículo en donde dice que la filosofía moderna se caracteriza por este esfuerzo por pensar en el presente, y en ese sentido la obra de Foucault dentro de esta línea quiere justamente ser un instrumento, un medio filosófico para comprender nuestro presente. En el caso de Vigilar y castigar nos muestra cómo las formas de dominación y poder en relaciones de trabajo, etcétera, han ido transformando nuestras vidas gradualmente de una manera que prácticamente toda nuestra vida está vinculada a mecanismos de dominación, poder, de ejercicio real del poder.
La presencia de Foucault en nuestros días consiste en tratar de comprender de la manera más conceptual posible cuáles son las condiciones reales de nuestra existencia, como la militarización, la manera en que hoy se ejerce el poder y transforma nuestro estado de derecho; e indica a la gente, de la manera más concisa posible, lo que son las condiciones efectivas de su existencia en este momento. El filósofo no le puede decir a la gente cómo debe ser; Foucault rechaza la idea de que la filosofía debe enseñar a los hombres a vivir, lo que tiene que hacer es enseñar a los hombres cómo están objetivamente viviendo y explica, por ejemplo, por qué los jóvenes de hoy rechazan las formas de sujeto que se les presentan, las rebeldías de la juventud tienen que ver con el rechazo a esas formas de subjetivación que la sociedad moderna les presenta.
¿Foucault dejó escuela?
Un rasgo de la cultura francesa es que generalmente los filósofos franceses, por muy potentes que sean, en Francia es muy difícil dejar escuela. Foucault no deja precisamente discípulos pero sí deja un grupo de gente que es la que ha estado publicando sus obras, que es la que ha cuidado su legado. Lo que un filósofo deja como un legado no es precisamente una serie de seguidores o discípulos, lo que deja es un legado de pensamiento en los que uno puede reconocerse y es ahí donde la trascendencia de Foucault importa, y lo que él ha planteado son problemas que tocan a nuestra existencia. Y eso es un legado filosófico que a mi juicio no va a pasar fácilmente porque ahí efectivamente nos reconocemos en los problemas que él aborda. Al filósofo se le mide justamente por haber dejado un conjunto de problemas que en los demás se reconocen y conocen una forma de abordar sus condiciones de existencia.
Si le pudiera explicar a un niño quién era Foucault, ¿qué le diría?
Foucault es uno de esos filósofos que quiere darte las condiciones para pensar lo que es tu vida verdadera y lo que debe ser tu vida verdadera, la vida en la verdad; compartió para LABERINTO | MILENIO.