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“Los supervivientes de Mariupol han perdido la fe en la humanidad”: Andrea Nicastro

A dos años de haberse iniciado el conflicto el periodista italiano hace un balance de la situación en su libro ‘El cerco a Mariupol’.

Los enormes sacrificios humanos llevados a cabo por Ucrania son una prueba de que la aspiración de libertad sigue siendo un importante motor de motivación para las personas de todo el mundo. Por esa razón, el periodista italiano Andrea Nicastro sostiene que no es cierto que nuestra era esté avanzando hacia el autoritarismo. “Sin embargo, si Occidente traiciona sus valores: democracia, igualdad de oportunidades, independencia del poder judicial, libertad de empresa individual, derechos humanos, las aspiraciones de los habitantes del planeta podrán virar hacia regímenes autoritarios”; publicó MILENIO.

A dos años de un conflicto que en su opinión debería haberse evitado, Nicastro, enviado especial del Corriere della Sera, hace un balance de la situación a propósito de su libro El cerco a Mariupol (Altamarea, 2024), una obra que habla de la guerra desde el punto de vista, dice el autor en entrevista con Laberinto, del pueblo. “El nacionalismo, el ansia de riqueza, el egoísmo, pero también el humanismo, la moral y la ética existen en la mente de los gobernantes como en la de quienes se esconden de las bombas o presionan el botón para lanzarlas”, subraya. “Si entiendes uno, también podrás contar el otro”.

Testigo de los primeros cinco días del asedio a la ciudad ucraniana de Mariupol, Andrea Nicastro asegura que fueron suficientes para tener ganas de comprender el efecto que había tenido en quienes estuvieron atrapados durante meses en esa condición inhumana. “Cada persona que salió del asedio fue un espejo para mí” confiesa: “¿qué habría hecho si me hubiera quedado allí? ¿Cómo habría reaccionado? Me identifiqué con cada sobreviviente y sentí sus experiencias como mías. Solo era cuestión de ponerlas por escrito”.

Contada a modo de novela, las historias que relata, afirma Nicastro, son todas ciertas. “A veces he sintetizado dos o tres en una, pero no tuve que inventar nada. Simplemente identificarme y contar lo que me habían dicho. La tragedia humana y la glorificación de lo mejor de cada uno de nosotros ya estaban ahí, en mi cuaderno de reportero”.

¿Cuáles son los dramas de una ciudad cercada por la guerra, en qué medida se trastoca la vida cotidiana?

No es algo raro que la guerra alimente la literatura. De Homero a Hemingway, de Tolstoi a Grossman, de Allende a García Márquez. Las ficciones con las que nos enmascaramos en la vida normal colapsan, las prioridades y la idea que tienes de ti mismo cambian. Los sentimientos esenciales permanecen. El deseo de sobrevivir. Amor por los niños. Egoísmo. Atracción por el sexo. La necesidad y el deseo de permanecer en manada, de seguir a un líder. Incluso somos capaces de superar el miedo a la muerte no mediante el coraje, sino mediante el cansancio, el hambre, la exasperación. Una humanidad a la que le daría vergüenza mirarse en el espejo. Pero en las trincheras o en un asedio, para resistir, se cambia. La violencia colectiva hacia el enemigo, la compañía constante con la idea de la propia muerte lleva al individuo a superar el tabú de la violencia individual. Así surgen las violaciones y los asesinatos. No me gustaría ser mujer en Rusia en los próximos años. Los veteranos han visto una parte oscura de sí mismos que afectará sus relaciones privadas en las próximas décadas.

Lo mismo les ocurre a los supervivientes de Mariupol. Han perdido la fe en la humanidad. Al ver cómo fueron abandonados por el resto del mundo, al ver cómo sus supuestos “hermanos rusos” los torturaron durante semanas y semanas con constantes bombardeos, perdieron el respeto por sí mismos y la confianza en los demás. Tendrán consecuencias psicológicas para siempre.

¿Qué balance hace, a punto de cumplirse dos años de la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, de la situación de este conflicto?

Es un conflicto que podría y debería haberse evitado. En primer lugar, Occidente debería haber considerado las razones de seguridad de Rusia, que siempre ha tenido el objetivo estratégico de mantener un gran territorio en las fronteras para defender el corazón del país (Moscú y San Petersburgo). Desde la época de las invasiones mongolas hasta la de Napoleón y los nazis, los rusos se convencieron de que, en ausencia de obstáculos naturales como montañas u océanos, su defensa tenía que ser el espacio de la estepa. Ahora ya no son la superpotencia que alguna vez fueron, pero siguen siendo el mayor arsenal nuclear del mundo y la consideración de este estatus habría requerido una actitud diferente por parte de la OTAN. No una erosión continua del espacio de seguridad ruso, sino la inserción de Moscú en el sistema económico europeo y global. No digo que sea correcto o moral, digo que en geopolítica debemos considerar la fuerza y las percepciones como factores reales. Moscú aceptó la entrada en la OTAN de antiguos satélites como Polonia y los Países Bálticos, pero Ucrania era el punto de no retorno. La pérdida de Crimea con su función de base para submarinos nucleares hubiera sido la degradación a un Estado sin disuasión nuclear global. En segundo lugar, apenas unos días después de iniciada la guerra, la decisión de Estados Unidos y Gran Bretaña de desalentar un acuerdo diplomático fue irresponsable e inmoral. Occidente prefirió entablar combate con Rusia, con la esperanza de debilitarla, en lugar de considerar un compromiso. ¿Cual? Seguridad para Rusia a cambio de democracia y desarrollo económico para Ucrania. Finalmente están las pérdidas humanas rusas, igualmente dolorosas, dan testimonio de la fuerza del nacionalismo y del mito de la patria, todavía tan extendido en el mundo.

¿Hacia dónde apunta el futuro y qué tendría que ocurrir para que terminase la guerra en Ucrania?

La esperanza de que la guerra terminara con un golpe de Estado en Rusia cayó junto con el avión del líder mercenario Wagner. Ahora existe el riesgo de que el ejército ucraniano se vuelva contra el presidente Zelensky para detener la matanza. Una vez más debería ser Occidente quien tome el asunto en sus propias manos y proponga a los dos beligerantes una solución adecuada a las necesidades de ambos. Sin embargo, no veo líderes responsables capaces de impulsar un acercamiento, por lo que creo que la guerra acabará congelada a la espera de un nuevo recrudecimiento dentro de unos años.

¿Cuál cree que es el interés de fondo de la guerra en Ucrania?

La defensa de Rusia del estatus de superpotencia. El intento de Occidente de debilitar aún más al antiguo enemigo.

¿Vivimos un momento de grave fragilidad geopolítica?, ¿hacia dónde apunta el siglo XXI si pensamos en los conflictos bélicos que están teniendo lugar en Asia y Oriente Medio?

Las relaciones económicas mundiales están cambiando. Asia es cada vez más importante, los recursos naturales son más escasos y el predominio del dólar está en duda. Incluso los equilibrios militares de la Guerra Fría ya no existen y los veinte años de Estados Unidos (1991-2011) como única potencia mundial tras el fin de la URSS terminaron con las guerras de Afganistán e Irak. Fracasos de época desde el punto de vista militar y moral. Estamos viviendo una fase de ajuste, de acercamiento a un mundo multipolar. Esperamos cruzar el vado con sentido de responsabilidad. La capacidad de autodestrucción de la humanidad es preocupante.

¿Cuál es desde su punto de vista el papel del periodismo, del periodista, del cronista?

El verdadero periodismo debe dar a la opinión pública información real, compleja e incluso contradictoria si es necesario, para que el lector-elector pueda tomar decisiones políticas con plena conciencia. El periodismo debe ser la descripción de la complejidad del mundo. En sentido inverso, a menudo, se reduce a una simplificación y a una herramienta para transmitir una narrativa conveniente al poder. Incluso en las sociedades democráticas, se corre el riesgo de ser el paso previo a la propaganda.

¿Qué le parece la foto ganadora del World Press Photo 2023 y que ha sido censurada “por su contenido explícito”? ¿Qué hemos hecho con las imágenes, cuál es el peso de la realidad en nuestros ojos?

Conozco a Evgeniy Maloletka, que ganó en 2023, sé los riesgos que corrió junto con sus dos compañeros para quedarse en Mariupol y ser testigo ante el mundo de lo que estaba pasando. Realmente me gustaría que el World Press Photo de este año fuera para mis colegas palestinos que permanecieron en el infierno de Gaza. Su trabajo, como el de Maloletka, es fundamental porque la imagen nos llega directamente, como si fuéramos testigos junto al fotógrafo. Es el poder de las imágenes. Pero mire la relevancia que los medios occidentales dieron a las fotos de Maloletka en comparación con las fotos procedentes de Gaza. Hay una censura emocional. No debemos observar demasiado el sufrimiento de los palestinos, no debemos conmovernos, porque nosotros occidentales no estamos dispuestos a ayudarlos. En el mundo de la información árabe-musulmán ocurre exactamente lo contrario. Allí los sufrimientos de Gaza se exhiben por todas partes y los de los israelíes se dejan de lado, se ocultan. Lamentablemente todavía queda un largo camino por recorrer para obtener información honesta. La censura del catálogo de World Press Photo es, en mi opinión, señal de un fenómeno diferente. En Estados Unidos, el “politically correct” es una obsesión. El “contenido explícito” de la camilla con la mujer embarazada herida por el derrumbe del hospital de Mariupol es la fuerza de esa imagen. Es como si después del premio los jurados se arrepintieran de su elección.

Cuando veo que en el mundo no cesan los conflictos bélicos, pienso en que el ser humano no aprende, que seguirá haciendo la guerra hasta el final de los tiempos, cuando ese mismo afán lo lleve a autodestruirse. ¿Qué opina?

Exactamente lo que tú piensas.

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Carlos Rubio Rosell

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Autor: lostubos
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