Por Félix Cortés Camarillo
La primera versión de la película The Sting (1973) presenta a un par de encantadores pillos que inventan una estratagema para recuperar la lana que otro pillo había robado a un compadre de ellos, armando todo un teatro que incluye la simulación de las carreras de caballos y una casa de apuestas. La segunda versión (1983) repite el esquema, ahora con el telón de fondo del boxeo.
Las dos historias tienen la intención de convencernos de que los malos malos no son del todo malos y que hasta pueden ser simpáticos. Yo creo que lo logran, porque todos son malvados, los de un lado y los del otro. Desde luego, Jackie Gleason y Mc Davis, estupendos actores, no se podían comparar a Paul Newman y Robert Redford. Como dicen por ahí, las segunda partes no suelen ser buenas.
La insistencia del presidente López sobre la posibilidad de un golpe de estado a partir de las elecciones de junio próximo, aderezadas con los arrumacos de su delfina Claudia Sheinbaum son harto inquietantes. Evidentemente, no se trata aquí de una preocupación natural ante las estrategias del otro bando, todos malosos: aquí estamos hablando de los primeros indicios de una estrategia propia y bien planeada.
No nos hagamos guajes: el presidente López y su pandilla están sintiendo pasos en la azotea y la certeza inicial, apoyada por todas las encuestas al remate de las preferencias electorales del predominio de Claudia se esta derrumbando. No es imposible que Xóchitl gane en las urnas por un margen que puede ser estrecho. Ahí reside la base de la estrategia del presidente; si ganase la señora Sheinbaum iremos todos al Zócalo a celebrar el renacimiento del cuatrote.
Pero guay de la posible victoria de la candidata de la oposición. En ese momento desde el pulpito mayor de esta nación se gritará foul en el partido y se pedirá no solamente el penalti sino la expulsión del adversario. El desconocimiento de los resultados en las urnas puede llevar a dos vertientes igualmente peligrosas: el traslado del asunto al tribunal electoral de la federación, eventualmente al INE y finalmente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación o un verdadero despapaye que puede tener consecuencias graves porque en ese momento el presidente López se olvidará de los abrazos y puede haber balazos. Yo espero que no. Dependerá del buen juicio de los señores del verde olivo.
Pero la intención del presidente López ya está planeada. Ya dijo que la estrategia que describo arriba es la que va a poner en práctica “la derecha”, para desconocer el resultado de las elecciones y forjar un golpe de estado incruento con la complicidad de las entidades judiciales. Por eso el intenso interés de Lopitos por dominar y manejar las entidades del más olvidado de los poderes, el judicial.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El destino de las anquilosadas refinerías de Cadereyta, Madero, Tula o Dos Bocas, es algo más que un tema de debate; es un parteaguas que habrá de definir el futuro energético –que lo es todo– de México. Depende de a qué le apuestan los mexicanos: al petróleo dañino o a las nuevas energías.
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