El peso de vivir en la tierra (Alfaguara) ganó el V Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa y el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán; lo más importante de todo, la novela de un regio que sucede en un universo ruso, le atrajo nuevos lectores y la crítica se rindió a sus pies; nada mal para una novela que estaba guardada en un cajón y que fue rechazada por algunos concursos literarios; informa MILENIO.
En entrevista con MILENIO, David Toscana (Monterrey, 1961) habla de su éxito y del proceso creativo al momento de fabular con la historia, el pasado y el presente buscando la belleza y viviendo más en la imaginación que en la realidad.
¿Cómo te sientes con todos los reconocimientos?
A este año yo le llamo el annus mirabilis, así como Einstein cuando tuvo todas estas grandiosas ideas, incluyendo la Teoría de la relatividad; este año fue un poco loco. Yo me pongo a pensar que todo vino por El peso de vivir en la tierra, sobre todo, porque era una novela que yo tenía en el cajón y no estaba seguro de publicarla, al menos todavía no.
¿Qué sucedió?
Un día me llamó el editor Andrés Ramírez para preguntarme si tenía una novela, y le dije que tenía una pero no sabía si quería publicarla. Esa noche no pude dormir y en la mañana decidí decirle a Andrés que se la mandaría. El libro es una papa caliente que quieres soltar y que quieres compartir. La fantasía de que uno escribe para sí mismo es eso, una fantasía. Cuando pienso en este lector que está clonado conmigo, la escritura es un acto de comunicación y te quieres comunicar con alguien, con una persona, con dos, con diez, con un millón, con quien quieras; la palabra es para comunicarme cuando escribo porque sé que alguien existirá en el otro lado.
¿Estabas dejando reposar la novela?
Llevaba un año, más o menos, y como tenía que ver con estas cosas que a mí me apasionan mucho: los rusos, y llenaba la novela de citas, yo pensaba que quizá no tendría tanta suerte entre los lectores. De hecho, aquí ya me pongo un poquito indiscreto: la había metido a un par de premios de novela inédita en editoriales y en las dos me dieron una patada muy inmediata. Fue cuando dije: “Bueno, pues es que también a quién se le ocurre escribir estas cosas”. Por eso la tenía ahí guardada.
¿Te sorprendió tu propia novela?
No tengo una actitud modesta delante de esto, porque para mí, siempre lo he dicho, el escritor tiene que amar sus novelas. Y para un lector igual a Toscana, esta es una gran novela, pero yo no tengo que esperar que los demás sean como yo. Muchas veces nos preguntan que si pensamos en el lector a la hora de escribir y hay gente que imagina a una especie de lector promedio que está por allá; hay otros que pensamos en uno que es nuestro clon. Creo que el lector Toscana no comparte este ADN con tantos otros, y la novela terminó sorprendiéndome a mí mismo.
¿Qué pensaste cuando lo rechazaron?
Es distinto un premio de novela que busca vender, por eso entiendo perfectamente que mi libro no estuviera entre los agraciados; hay otros jurados que no están pensando en vender, ellos sí la han apreciado un poco más y le ha ido bien. He tenido doble suerte, porque una cosa es el premio literario y otra lo que escribió Mario Vargas Llosa sobre ella que tuvo mejor efecto que el premio, o el texto que leyó Juan Villoro en Mérida, eso le da más vida al libro que el propio reconocimiento, que a veces es una satisfacción personal, algo que te ayuda a pagar la renta algunos meses, pero las palabras de alguien como Villoro o Vargas Llosa hacen una mejor transfusión de vida a la novela.
Y la novela resultó un éxito.
Estuve muy extrañado de que la recibiera tan bien y que tuviera este año tan maravilloso que tuve, que lo estamos culminando con el premio de Filey, un reconocimiento a mi carrera; es muy bonito, porque uno ya llegó a cierta edad (risas).
¿Cómo te interesas en Rusia?
Viví en Polonia, lo que me convierte automáticamente en enemigo de Rusia (risas), pero ahora que hubo toda esta cancelación que tiene que ver con lo ruso, siempre hemos dicho que no podíamos cancelar la cultura. Están ahí los escritores, están los músicos y es la parte que me atrae; pero como polaco, sabemos que Rusia ha estado invadiendo a sus vecinos cada vez más, y esta parte del mundo no siente que tenga ninguna amistad. Yo estoy casado con una polaca y aunque es una casa donde siempre la familia desde siglos anteriores ha estado luchando en todas las insurrecciones contra los rusos, a pesar de eso, la biblioteca está llena de autores rusos.
¿Tuviste miedo de que te cancelaran la novela?
No, yo creo que todo el mundo entiende esto de la diferencia entre cultura y política; entre esos escritores que vivieron en un mundo poco ruso, porque a los rusos no les gusta mucho la libertad, pero el escritor siempre la ha necesitado; por eso ves la biografía de todos esos escritores que terminaron exiliados, torturados, ejecutados, presos en campos de trabajos forzados y cancelados también en este mundo. Es necesaria la libertad para escribir, que todo el mundo la tiene, pero luego no tienes la libertad para publicarlo.
Eres como un arqueólogo en busca de historias del pasado para fabular en el presente.
Creo que nos pasa a todos los escritores, tenemos las antenas, el radar; siempre estamos buscando algo, porque el mundo está lleno de historias fascinantes, pero no queremos la historia por sí sola, sino esa que se nos puede mezclar en el alma. Más allá de la anécdota, encontramos que tiene un significado, que tiene un potencial de belleza, que puedes involucrar personajes memorables y es cuando descubres la verdadera anécdota que te lleva a la novela. Entre los escritores siempre nos reímos de las personas que llegan a decirnos: “Te voy a contar una anécdota fabulosa”. Y son buenas, pero para que una salte hacia una novela tiene que haber mucho más sustancia, más humanidad y mucho más potencial de belleza.
¿Como una relación amorosa?
Como escritor necesitas todo esto para enamorarte, es casi como un matrimonio: le vas a dedicar los próximos cuatro o cinco años de tu vida y no te vas a lanzar así por cualquier aventura, debes sentir que es parte de ti. Es una relación emocional, ya veremos si es amor u odio, pero no puede ser indiferencia. De pronto sacas el pez gordo, encuentras el diamante y aceptas la relación.
¿Qué viene para David Toscana?
Vivo mayormente en Madrid y he estado queriendo trabajar en alguna novela que no resulta, pero no tengo prisa; no soy escritor de policíaco que tengo que inventarle simplemente una nueva aventura a mi detective. Necesito que haya cierta huella en las novelas con cosas que me interesan; que se viva la imaginación más que en la realidad. Seguiré trabajando esto; los ensayos que he hecho últimamente no me han resultado, entonces, iré viendo a ver qué ocurre. _
Imagen portada: Especial | MILENIO