Maestro del bandoneón tanguero en los escenarios y a través de sus discos, César Olguín muestra su veta de ameno contador de historias en Aunque pase mucho tiempo. El tango en México, libro que se volverá un referente de esta música; informa MILENIO.
El autor nacido en Argentina, pero con una larga trayectoria en este país, aborda los aportes de músicos, compositores, cantantes, investigadores, bailarines, periodistas o actores mexicanos, así como extranjeros que desarrollaron aquí parte de su carrera.
La pandemia por el covid-19 permitió a Olguín dedicarse de lleno a la investigación para conformar el libro que se presentará el sábado 13 de abril a las 18:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes con la participación Germán Palomares Oviedo, Juan Arturo Brennan, Leandro Repetto y el autor.
El bandoneonista dice en entrevista que el primer tango mexicano que tiene registrado en sus oídos es ‘Tango negro’, de Belisario de Jesús García. “Junto con ‘Arráncame la vida’, de Agustín Lara, y ‘Che araña’, de Francisco Gabilondo Soler, forma parte de los tangos mexicanos más populares. Otro que es mucho más popular, pero que no es conocido como tango, es ‘Júrame’, de María Grever. La pieza, concebida como tango, ha trascendido más como canción. Agustín Lara ha sido el más prolífico de los compositores de tango en México con más de 20 piezas. Otro que compuso varios, aunque no tantos, fue Luis Alcaraz, quien grabó con su orquesta con cantantes como Emilio Tuero”.
A lo largo del tiempo
Sin bien el bandoneonista reitera que el origen geográfico de este género se localiza en el Río de la Plata, afirma que “el tango es mucho más universal de lo que imaginamos. De hecho –y esto será tema para debatir en otro momento– otros países reclaman su paternidad, como el caso específico de Finlandia.
Los primeros vestigios que hay de esta música en México, de acuerdo con lo que registra Gastón Martínez Matiella, son de principios del siglo XX. En 1904 se registra el primer tango por intérpretes mexicanos. La señorita Ovando y el señor Rosete graban ‘El tango de la mulata’.
El autor hace referencia a que “en la inauguración del Teatro Esperanza Iris en 1912, ella bailó un tango ante Venustiano Carranza. Durante la primera transmisión radial, realizada en el centro de Ciudad de México en 1921, la hija del ingeniero encargado cantó ‘Tango negro’. El tango ha tenido una presencia más allá de lo que imaginamos”.
–¿Dirías que hay tango mexicano?
De hecho sí lo había en un principio, sí tenía un lenguaje no solamente literario, sino musical, con características mexicanas, por así decirlo. Los tangos de Lara, cuantitativamente mayoritarios, tienen particularidades que solo se dan con él. Finalmente él estaba bastante dedicado al tango, pero se decantó más por la canción. En esa época hay algunos tangos instrumentales, que son los menos porque generalmente tienen letra. Desde hace dos o tres décadas se dieron tangos instrumentales de compositores mexicanos, más dentro de la línea de la música contemporánea, como Mario Lavista, Eduardo Gamboa, René Torres o Eugenio Toussaint, con un concepto más modernista. También se ha dado algo de fusión con el rock, aunque hay algunos puntos de coincidencia, me parece que el tango está mucho más cercano al jazz.
–¿En qué radica la importancia de este libro?
Lo más valioso que tiene es el de recabar algo de lo que se ha hecho en México en materia de tango, no solo apoyado por lo que escribo –sustentado en investigaciones mías y de otras personas–, sino también por el material fotográfico y documental, en su mayoría inédito, que lo hizo merecedor de ser editado. El libro incluye semblanzas de personajes relacionados con el tango en México, que fueron realizadas inspirado por la labor de Gastón Martínez Matiella, un tanguero de hueso colorado que investigó mucho sobre el género.
–¿Cuál ha sido la participación de las mujeres en el tango?
Ha habido bastantes mujeres, algunas ya desaparecidas. Por ejemplo, me vienen a la mente las cantantes Lilia Aguilar, Blanca Estela Solís, Esmeralda y Margie Bermejo, que tuvieron bastante actividad en el género. Actualmente hay muchas mujeres instrumentistas, sobre todo en las cuerdas y el piano, así como muchas bailarinas. Como cantantes de tango en este momento no tengo presente a ninguna, pues las que hay son argentinas o uruguayas.
El precio de la autogestión
Publicar el libro por su cuenta, en una bella edición de lujo, resultó agotador para César Olguín, además de invertir mucho dinero. “Es muy difícil batallar en este terreno de la autogestión. El libro no contó con ningún apoyo, ni siquiera de una editorial, nada. Hice algunos intentos, pero todo pasa por una cuestión mercantilista. El aprendizaje es que hay que confrontar muchas adversidades para sacar un proyecto de esta naturaleza. La satisfacción es haberlo parido con casi 400 páginas”.
Imagen portada: Especial | MILENIO