La escritora Carmen Leñero (1959) decidió hacer travesuras con la poesía y el gazal, una forma de poema árabe, en su nuevo libro El zigzag de la gacela, publicado por Bonilla Artigas Editores; informa MILENIO.
“Estos versos tienen su origen en una antigua forma poética conocida como gacela, gazal o ghazal, de origen persa y tiene una tradición que seguí y en otros poemas no. El chiste es que llega una idea, una imagen y no te quedas en ella, no la despliegas y entonces llega otra. Ahí es cuando el lector tiene que inventar la lógica y unir los puntos para darle sentido al poema”, explicó a MILENIO, la poeta, ensayista, narradora y cantante.
Combinando géneros como el poema breve, aforismo, haiku, ofrece su versión de la antigua forma persa gazal siguiendo a poetas contemporáneos de lengua inglesa.
“Estoy proponiendo un juego, haciendo una travesura que busca una sinceridad distinta, no de convencer ni de dar una historia, sino de dar chispazos para que el lector invente su camino, su mapa. Me encantó el desafío de estar esperando la aparición de imágenes, de ideas e inclusive de aforismos, pedazos de refranes o de canciones. Todo está en la misma atmósfera creada pero no se encadenan lógicamente”, agregó.
Respirar hondo
Carmen Leñero dice que El zigzag de la gacela se compone de diferentes imágenes que le hablan a los lectores.
“Después de cada imagen no se hace el silencio total, el silencio también es pasajero, porque vienen otro par de versos y no puedes detenerte demasiado en el poema, tienes que ir saltando y dejando que te lleve la imaginación”.
En el libro se lee:
Si no se juega en pareja la vida es un tonto azar.
Estampida de cebras, cual prisioneros en fuga.
La mula de seis se dobla con el curriculum a cuestas.
Estrategia del Nirvana: guardarse la ficha blanca.
Se anegaban los hoyos negros cuando la luz arreció.
La poeta agregó que El zigzag de la gacela es un reto para el lector y para ella como poeta.
“Fue un reto divertido, no creas que sufrir (risas), en realidad me gustó mucho hacerlo. Lo hacía en mi cuaderno sin demasiadas exigencias, nada más esperando que llegaran las imágenes y, luego, yo misma tratando de adivinar de qué estaba hablando en el fondo, porque así como los sueños, que no tienen una lógica, estos poemas también vienen por sí solos, saltan como si fueran chispas y el poemario es poner al lector ahí y que acepte el juego, que no busque lo que está acostumbrado a encontrar”.
La escritora habla sobre la manera en la que adoptó el gazal para su poemario.
“Hay algo en la forma que sí invita a una poesía con respiración honda porque entre los versos hay momentos para hacerlo. Aproveché ese juego no tanto las ganas de inventar sino de pasear en esa aventura de subirme a esa bicicleta”.
¿Qué temas va a encontrar el lector?
Los que lleguen. A veces es cuestión de maternidad, la muerte, las mentiras que nos decimos a nosotros mismos, lo contradictoria que es la realidad o lo bonito de perderse o lo feo de reencontrarse. Lo apresado que estás en supuesta libertad, esas cosas que son contradictorias, irónicas, que tienen que ver con la naturaleza o con el pensamiento.
Búsqueda creativa
Carmen Leñero es multifacética, poeta, ensayista, narradora, cantante y le gusta la aventura a la hora de crear.
“Sí hay un gusto por aventurarse, no repetirse, decir las cosas como por primera vez. Hay esa búsqueda y las cosas que hago me ayudan porque me impiden que me clave en algo, no te esperas a ver cuál fue el resultado, porque ya andas en otras cosas.
¿Estás en constante búsqueda creativa?
Claro, si no que aburrido (risas), sería una profesión aburrida, burocrática y siempre te da miedo que no te vaya a salir lo que sigue. Es desafío, diversión y también esfuerzo porque te hace crecer, averiguar otras cosas y se trata de estarse moviendo, no quedarse en el run run de la noria, de una carrera literaria, sino más bien, andar de paseo, el chiste es pasear.
“Lo que llamamos poesía está ahí, hirviendo debajo de todo lo que hago, siempre están esos duendecillos, siempre está el aspirar poético, ese estado de ánimo, de estar con las palabras conociendo pero a la vez soñando”.
La entrevistada opinó que la poesía pasa por un gran momento y los lectores se acercan sin miedo.
“La gente ya está abierta a mirarla y a mirar lo que está sucediendo, de repente, ya no es ese género crítico muy solemne en el que hay que ponerse muy serio para entenderle, no, lo que tienes que hacer con la poesía es ponerte ligero y atento, entonces las palabras dicen muchas cosas y te consuelan, te salvan, te advierten y es dejar que las palabras sean otra vez nuevas.
Para ti, ¿de qué sirve la poesía?
Para varias cosas, sirve para escucharte a ti mismo, sirve para salir del error, para no estar dando vueltas en las mismas creencias que tiene toda la sociedad, para poder pensar de manera distinta y agarrar otros caminos. Sirve también para agradecer, porque la actitud de agradecer hace que lo que vivas sea mejor, sea más amigable contigo mismo aunque sea una enfermedad. La poesía es un lenguaje que aunque hable de cosas terribles, habla de ellas como de la experiencia de vivir, una experiencia que se agradece aunque se padezca, es como un estado de gracia.
Imagen portada: Jesús Quintanar | MILENIO