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Trump e incendios en Los Ángeles: nuevas amenazas para los migrantes

Los Ángeles huele a humo y hierba quemada. Se estima que 35 mil latinos podrían perder empleos por los incendios, si no es que terminan deportados por Donald Trump.

Por Wenceslao Bruciaga

David Lynch decía que una de las cosas que más le gustaba de Los Ángeles era ese momento al caer la noche cuando las luces se esparcían por sus vecindarios, lo que ofrecía una sensación de misteriosa libertad: “Luces y libertad”. En los últimos días, debido a los incendios, gran parte de la ciudad ha estado postrada en la oscuridad. Sobre todo al oeste, donde las sombras cubren las mansiones sin energía eléctrica en Rustic Canyon, vecindario que concentra el cliché de glamour cinematográfico; informó MILENIO.

Los Palisades, al sur de Malibú, es famoso por colindar con Sunset Blvd. dónde están las mansiones que inspiraron El crepúsculo de los dioses, la película de Billy Wilder de 1950. Casas de colores pasteles que han sobrevivido al fuego cuyo mantenimiento y limpieza depende de la fuerza de trabajo latina, hoy atrapada entre el desempleo, las redadas y la deportación masiva. La pesadilla en Los Ángeles es real.

Un bombero lucha contra el incendio Palisades mientras arde durante una tormenta de viento | REUTERS/Ringo Chiu
Un bombero lucha contra el incendio Palisades mientras arde durante una tormenta de viento | REUTERS/Ringo Chiu

Unos 35 mil latinos perderán sus empleos por causa de los incendios, según un reporte de la Universidad de la Ciudad de Los Ángeles (UCLA por sus siglas en inglés). Por si fuera poco, muchos hispanos indocumentados podrían correr con la misma suerte de los campesinos de Bakersfield, en el condado de Kern, detenidos a inicios de 2025.

En el invierno angelino el sol se oculta a las cinco de la tarde. De hecho, después de girar el volante en el entronque de Santa Monica Blvd. con San Vicente, la oscuridad que cae podría describirse como una negrura turbia, amenazante. Cuando recorro esta ciudad aún faltan dos días para que Donald Trump llegue a la presidencia pero las redadas contra inmigrantes ya han empezado a practicarse como deporte. 

De acuerdo con la organización United Farm Workers, tan sólo entre el 14 y 16 de enero de 2025, agentes de la policía migratoria conocida como ICE (Inmigration and Customs Enforcements) estacionaron camionetas camufladas de civiles haciéndose pasar por contratistas, en busca de mano de obra, para luego arrestar y deportar a 200 trabajadores. Mientras que otros mil fueron detenidos para ser puestos en libertad y sin aparente orden de deportación por el momento.

Solo los equipos de emergencia tenían acceso a la zona, los residentes fueron evacuados | Ariel Ojeda/Milenio
Solo los equipos de emergencia tenían acceso a la zona, los residentes fueron evacuados | Ariel Ojeda/Milenio

Llego a Los Ángeles dos días después de la muerte del director de Blue Velvet. Apenas cruzamos el turístico Hollywood, el barrio que antecede los Palisades sobre la costa del Pacífico, un aroma empieza a contaminar la noche. Todo huele a humo, a hierba seca quemada, gasolina y estuco chamuscado. Se dice que Lynch tuvo que ser evacuado puesto que el humo de los incendios agravaba su enfisema pulmonar.

Llegué con el propósito de dar con la casa de una familia hispana. De los pocos latinos que han podido hacerse de una propiedad que hoy pertenece a la estadística de las 16 mil 252 estructuras destruidas por el fuego en los Palisades, en donde se gestó el primer y quizás más catastrófico incendio. Empezó el 7 de enero a las 10:30 de la mañana con una llamarada como las que describe Courtney Love precisamente en su canción Malibu. El fuego no se ha extinguido.

Según datos del Cal Fire, el departamento de Control de Incendios de California, al cierre de este texto Palisades representa la zona de mayor desastre. Hasta ahora, el total de acres devorados por los 301 incendios es de 57 mil 403 –aproximadamente 23 mil hectáreas–. Destacando por su ferocidad los de EatonKennethHusrtHugesel de Laguna en Ventura Border en San Diego. Para darse una idea de la magnitud de las cenizas: es un poco más de la extensión de Cuernavaca.

Los Ángeles se llenó de retenes militares

Se decretó toque de queda en Los Ángeles para evitar saqueos o disturbios en la zona | Ariel Ojeda/ Milenio
Se decretó toque de queda en Los Ángeles para evitar saqueos o disturbios en la zona | Ariel Ojeda/ Milenio

Amigos de un buen amigo me pusieron en contacto con esta familia hispana. Pero si no se muestra una identificación que acredite que eres residente de Rustic Canyon como Dennis Quaid, es imposible cruzar el retén. Así que los militares enfundados en sus uniformes nos dicen que demos vuelta en U. Intento ponerme en contacto pero la señal tampoco es buena. Así que obedecemos al militar que lleva unas gafas tipo Ray-Ban y volvemos al camellón con las palmeras de San Vicente Blvd.

Poco antes de darnos por vencidos pisamos el acelerador hasta encontrar un punto ciego, sin militares, sin luces de ningún tipo, sin habitantes en las mansiones. Viramos a la derecha y nos adentramos en el ojo del huracán.

Las calles de Rustic Canyon son curvas perpetuas atascadas de palmeras y jardineras que parecen selvas. Es complicado dar con la dirección exacta. “No hay banda… y no hay luz”, digo parafraseando aquella famosa secuencia de Mullholland Drive. La espesa penumbra que envuelve las residencias con sus piscinas de aguas contaminadas de hojas secas, cenizas y hongos verde radioactivo. Siento cómo la zozobra en forma de adrenalina hinca sus pequeños dientes.

En Los Ángeles hay más policías y militares que ciudadanos de a pie, estrellas de Hollywood o incluso palmeras. Pero en Rustic Canyon han doblado la seguridad a fin de evitar saqueos o ataques irracionales de los fanáticos de las estrellas.

Se  calcula que al menos 17 mil estructuras resultaron destruidas por los incendios en el Sur de California | Reuters/Ringo Chiu
Se calcula que al menos 17 mil estructuras resultaron destruidas por los incendios en el Sur de California | Reuters/Ringo Chiu

Después de andar en círculos me doy cuenta de que estamos perdidos y sin señal. Un jeep con camuflaje militar ha empezado a seguirnos con una sana distancia. Creo que hemos levantado sospechas. ¿Qué es lo peor que podría pasar? En mi caso, ser deportado. Tengo mis papeles en regla, ‘Green Card’, permiso de trabajo, número de seguridad social. Sin embargo, al parecer eso no importa mucho si el fenotipo mexicano desagrada al oficial.

Damos por perdida la oportunidad de encontrar la casa de mis entrevistados. Volvemos a girar a la derecha y nos encontramos con la boca del lobo. Frente a nosotros, militares y policías se organizan en grupos de tres alrededor de una llamarada de emergencia de carretera de la que escapan fumarolas rojas.

Un militar nos indica con el brazo que vayamos por la derecha. El jeep sigue a nuestras espaldas. Obedecemos con naturalidad aunque las manos sudan como cerdos en verano. De pronto paramos y el jeep hace lo mismo. Por suerte algo de luz se abre paso entre las hojas de las palmeras. Una luz dorada. Seguimos el destello como si fuera la Estrella de Belén, que resultó ser parte del ‘roof garden’ del icónico Fairmont Miramar Hotel, en el Wilshire Blvd de Santa Mónica.

Un refugio de cinco estrellas para los angelinos

Para despistar al jeep, nos estacionamos en el hotel que las revistas de viajes suelen catalogar como una experiencia de cinco estrellas. El vehículo pasa de largo y por fin nos deja en paz. Una vez estacionados creemos que no estaría mal beber un par de cervezas en el bar. Nos acomodamos en la barra entre las mesas frente a un amplio recibidor. Ordeno una ‘blonde’ local.

Se calcula que al menos 28 personas perdieron la vida y otras  decenas de miles fueron desplazadas por el fuego|  Reuters/ Fred Greaves
Se calcula que al menos 28 personas perdieron la vida y otras decenas de miles fueron desplazadas por el fuego| Reuters/ Fred Greaves

El lugar está algo tranquilo para ser viernes por la noche. Un hombre se sienta frente al piano de cola. Empieza a tocar ‘covers’ de Mazzy Star. Hubiera pensado que el salón principal del Fairmont sería una pasarela con la última tendencia en moda. Lo cierto es que la mayoría de los parroquianos que se acomodan en las sillas llevan pijamas afelpadas y sudaderas con gorra y las siglas de la UCLA. 

Fernando, nuestro bartender, migrante de Michoacán con más de veinte años en Los Ángeles, dice que la mayoría de los huéspedes son gente evacuada de las mansiones de Rustic Canyon, que pasa unos días en las habitaciones del Fairmont en lo que esperan autorización para volver a sus hogares. Aprovechando el acuerdo de hoteles y habitaciones de Airbnb en ofrecer tarifas especiales a los vecinos después de los incendios. Me pregunto si esas ropas con las siglas de la UCLA vendrán de las donaciones o las habrán comprado con sus tarjetas que lograron rescatar del fuego.

Lo cierto es que aún con los descuentos, una noche en el Fairmont Miramar sigue siendo un lujo incluso en estado de emergencia. La habitación más sencilla está en 516 dólares la noche, algo como 10 mil 500 pesos mexicanos. Los descuentos que ofrece el Fairmont a los residentes es de 375 dólares y 273 para socorristas.

“Sólo los millonarios pueden darse este lujo. La verdad es que esta gente no ha perdido nada con los incendios”, dice Fernando. Me pregunta si soy uno de ellos. Para nada. 

Aunque la devastación es evidente, especialmente para quienes viven al día en  Los Ángeles | Ariel  Ojeda/Milenio
Aunque la devastación es evidente, especialmente para quienes viven al día en Los Ángeles | Ariel Ojeda/Milenio

Me presento como periodista mexicano haciendo una crónica de los incendios forestales. Los más devastadores de los últimos años. Le confieso que no tuve suerte en dar con la casa de la familia que buscaba. Fernando dice que los rumores en Santa Mónica apuntan a que la señal de los celulares se interrumpe por los satélites de los militares que cuidan la zona. 

“La gente sólo está pendiente de lo que sufren los famosos. Pero la tragedia afecta a muchas personas. No sólo los que perdieron sus casas. ¿Qué pasará con las personas que trabajaban en todas esas mansiones? Las niñeras, los sirvientes, los que limpian las albercas, los jardineros. La mayoría latinos que prácticamente viven al día. La mayoría sin documentos. Y con Trump después del lunes… esto se pondrá feo”, dice.

Me cuenta que es ciudadano desde hace diez años. Por eso puede trabajar de forma legal en un hotel como el Fairmont. Tan sólo en los Palisades, 34% de la fuerza laboral es latina. Y de ésta una gran parte es indocumentada.

Los refugios reciben donaciones y recursos estatales

Cuando el michoacano me sirve el segundo vaso de cerveza, me recomienda darme una vuelta en el refugio del Westwood Recreation Center. A seis kilómetros del Fairmont Miramar. Otrora centro deportivo donde niños juegan frente a sus perros de costosas correas, se ha transformado en el refugio principal de las personas que se han quedado sin casa en los Palisades. Al mediodía del 19 de enero los residentes salen a tomar el sol. Respirar aire fresco, un tanto menos contaminado por el humo de los incendios. Es un sábado frío de enero pero luminoso. 

Organizaciones y entidades locales habilitaron refugios para los afectados de California | Reuters/Carlos Barria
Organizaciones y entidades locales habilitaron refugios para los afectados de California | Reuters/Carlos Barria

Las puertas de cristal están tapizadas con ‘posters’ de bienvenida tanto en inglés como en español. Otros indican que ya no aceptan donativos en especie puesto que se han desbordado de comida, juguetes, mochilas o casas de campaña. Aunque de lo que en verdad se encuentran rebasados es de agua, ropa y prendas íntimas. Unos más indican las reglas de convivencia al interior del refugio: no armas, no drogas y no alcohol; que por respeto a la privacidad está prohibido sacar fotografías; y al último, el más pequeño, anuncia que en el refugio no cabe nadie más.

Al interior hay otro cinturón de escritorios atendido por personal de la Cruz Roja que administran la entrada y salida de los huéspedes del refugio dependiendo del color de sus pulseras. Las moradas son para aquellos que viven en el refugio, como el gringo de barba de candado con gorra de los Dodgers. Lo único que pudo salvar junto con su hija de cuatro años, antes de huir de las llamas que devoraban su casa en cuestión de segundos. Las pulseras verdes las usan aquellos que sólo entran al refugio para ducharse y obtener una bandeja de alimentos gratis pues prefieren la poca intimidad que les ofrece su auto. 

De acuerdo con Dave Skutnik, portavoz de la Cruz Roja, de las casi 200 mil personas evacuadas, al menos 200 duermen aquí en lo que es una cancha de basquetbol recubierta de plástico azul y cuyos fondos provienen de los recursos estatales. Grandes celebridades, bancos locales y Netflix han hecho donaciones. El resto de los gastos provienen de la misma Cruz Roja. La comida la suministran los restaurantes de la zona. Para acceder al albergue, de haber cupo, hay que demostrar de algún modo que se es habitante de los Palisades. 

Había fuego hasta en el cielo de Los Ángeles

Kevin Ibarra es un artista ‘dreamer’ de origen mexicano que aburrido de ver la televisión en el albergue sale a tomar el sol y jalar un poco de mota desde una sofisticada pipa electrónica. Viste una gorra de béisbol azúl marino con las letras L.A. impresas al revés, una sudadera de la marca  Born X Raised que se propone reivindicar la diversidad hispana en Los Ángeles, pantalones negros de corte skate y Vans blancos. Su ‘outfit’ evoca el imaginario cholo.

Algunas personas se han organizado para distribuir agua y ropa a las víctimas del incendio | Reuters/Ringo Chiu
Algunas personas se han organizado para distribuir agua y ropa a las víctimas del incendio | Reuters/Ringo Chiu

Kevin perdió su casa que también era su estudio de tatuaje y pintura. Le pregunto por el nombre de su estudio pero se muestra reacio y hasta la madre de pacheco. Balbucea algunos nombres que no entiendo. Lleva cuatro días viviendo en el refugio sin pensar mucho en el futuro o en los dólares que pueda recuperar. Al menos tiene una identificación. Una licencia de conducir en la cartera. Pienso que la amenaza de deportación de Trump podría empeorar su situación pero prefiero no decirle nada. Apenas si recuerda cómo sucedieron los hechos la tarde en la que tuvo que correr llevándose consigo lo único que pudo tomar: su pipa electrónica en el bolsillo.

“Había fuego dónde en teoría debería estar el cielo”, dice. Fue alucinante, repite. Un ardiente mal viaje sin drogas. 

Kevin saluda a una anciana que jala un carrito, un contenedor que suelen usar las familias para pasear a sus hijos con todo y juguetes. En él acarrea ropa y una caja de cereal Cheerios. Es de las que llevan pulsera verde. Sus pasos son lentos y necesita la ayuda de dos guardias para que le abran la puerta. La mayoría de quienes habitan el refugio de Westwood están por arriba de los 70 años.

Kevin inhala de la boquilla de la pipa mientras me platica que no tiene idea de como reconstruir su estudio de tatuaje cuando una guardia de seguridad le pide que deje de fumar mota. Carajo, no sólo debo sobrevivir sin nada, tengo que sobrevivir sobrio. Cuestión de respeto y orden, responde la chica de seguridad.

El fuego iluminó el cielo. Después de los incendios todo quedó en oscuridad | Reuters/Daniel Dreifuss
El fuego iluminó el cielo. Después de los incendios todo quedó en oscuridad | Reuters/Daniel Dreifuss

“A veces pienso que a los mexicanos y latinos son los que más nos joden”, insiste Kevin.

Pablo, otro de los mexicanos del refugio con una camiseta de los Lakers dice que preferiría moverse a un refugio latino como los que organiza el local de Guerrilla Tacos, un local de tendencia hipster que se ha vuelto un lugar obligatorio para buena parte de mexicanos en Los Ángeles. Supongo que no se mueve porque sin un automóvil es prácticamente imposible trasladarse en la ciudad. 

Pablo y Kevin pertenecen al 23% de los latinos evacuados en las tres principales zonas de evacuación de acuerdo con una investigación de la agencia Cal Matters.

Le pregunto a uno de los voluntarios de la Cruz Roja si puedo pasar el baño. Me dice que sin problema. En el camino me encuentro con un póster del Gobierno de México en dónde invitan a los connacionales afectados a llenar un formulario para un censo. Junto a los baños está la entrada a la cancha de basquetbol recubierta de catres con cobijas donadas por los hoteles de la zona y Airbnbs. La gente pasa el tiempo sentada, leyendo libros mientras los niños juegan con sus celulares.

Para los latinos sólo quedan cenizas y deportaciones

Algunos lugares se han adaptado para brindar un lugar seguro a los migrantes que no solo se enfrentan a los estragos ocasionados por los incendios | Wenceslao Bruciaga 
Algunos lugares se han adaptado para brindar un lugar seguro a los migrantes que no solo se enfrentan a los estragos ocasionados por los incendios | Wenceslao Bruciaga 

Siguiendo las pistas de Pablo, vamos en busca de Guerrilla Tacos. Un restaurante en la calle 7 Este al centro de lo que se conoce como el Distrito de Arte. Uno de los epicentros de organizaciones para latinos afectados. De hecho, dos cuadras atrás, en la esquina de las calles Mateo y Bay se gesta una intensa movilización. 

Una fila de 10 automóviles espera a que un voluntario afroamericano les indique un lugar para estacionarse. Por momentos pareciera que se trata de uno de esos tianguis de comida gourmet que son el escenario perfecto para las cuentas foodies de Instagram.

Pero cuando nos adentramos al núcleo de la movilización me doy cuenta de que se trata de un centro de acopio cuyo objetivo es ayudar a los migrantes que no sólo perdieron sus casas. También se acercan a pedir información de empleos. O asesoría legal en caso de una deportación sorpresiva. Bodegas de muro de aluminio macizo que funcionan como salas de exposiciones de arte ahora resguardan las donaciones.

Frente a una bodega de la calle Bay se levanta una carpa que busca voluntarios para coordinar las donaciones que llegan en las camionetas naranjas de la compañía U-Haul. Leo un cartel que dice: “Si tienes hambre, pregunta por comida”. Otra hoja muestra el mismo mensaje en inglés. La mayoría lleva bolsas negras llenas de ropa que vienen de los barrios millonarios. La carpa también ofrece refugio que se encuentra en la bodega de la acera izquierda, donde se almacenan las donaciones. 

Una pandilla de 20 personas espera su turno para anotarse en la lista. La mayoría no debe rebasar los 22 años. Una chica pregunta si queremos unirnos. Le digo que en realidad soy periodista buscando información. Aun así me dice que sería bueno anotar mi nombre en una cinta azul para tener la situación bajo control. Esto a fin de proteger a cualquiera en caso de inspección. Una mujer sale gritando por un megáfono que necesita cuatro voluntarios para mover muebles y camas. A diferencia del Westwood Recreation Center, donde absolutamente todos los catres eran iguales, aquí hasta las camas vienen de donaciones de mueblerías ‘vintage’ o modelos descontinuados de tiendas departamentales como Macy´s.

Guerrilla Tacos instaló un refugio que espera ayudar no solo a las víctimas de los siniestros, sino también a quienes puedan ser hostigados por la migra | Wenceslao Bruciaga
Guerrilla Tacos instaló un refugio que espera ayudar no solo a las víctimas de los siniestros, sino también a quienes puedan ser hostigados por la migra | Wenceslao Bruciaga

La chica encargada nos dice que la migra anda desatada. Detienen a cualquier persona con piel morena y aspecto latino. Les piden papeles y de no tenerlos, son arrestados al instante. Lo que es peor, les toman fotografías que suben a redes sociales diciendo que empiezan a liberar al país de posibles violadores. 

De acuerdo con un informe de El Colegio de México, al menos 4.9 millones de mexicanos corren el peligro de deportación. La mayoría habitan en CaliforniaTexas Illinois. Apresurado me pongo la cinta azul.

De regreso a Guerrilla Tacos, un hombre afroamericano con overol de mezclilla reconoce nuestras cintas azules por lo que asume que somos voluntarios y nos pregunta si podemos echarle mano en mover petacas de ropa. Aceptamos. Empezamos a cargar bultos. 

Los incendio iniciaron el 7 de enero y se propagaron rápidamente debido a las condiciones meteorológicas | Ariel Ojeda/Milenio
Los incendio iniciaron el 7 de enero y se propagaron rápidamente debido a las condiciones meteorológicas | Ariel Ojeda/Milenio

Poco a poco más jóvenes se unen a la misión. Pude reconocer a los latinos de inmediato, los únicos que nos echábamos hasta tres o cuatro costales de forma ingeniosa al hombro. Cómo si fueran cajas de refresco.

Después de dos horas de cargar y acomodar bolsas, es buen momento para hablar con la dueña de Guerrilla Tacos, la principal organizadora en apoyar a los latinos en esta crisis. Por desgracia no se encuentra. En la barra conocemos a Tico, que lleva el pelo engominado en honor a Morrissey, quien además de servir tragos también está seleccionando la música que suena. Ordenamos tacos de chilaquiles de camarón, la especialidad de la casa. Y pozole verde de Guerrero.

El primero de febrero la fundadora Rocío Flores, junto con Madre Restaurantes y Mezcal Por Siempre organizará un evento para recaudar fondos para tres familias latinas que perdieron sus casas: “Los Ángeles está desbordada de donaciones pero creemos la comunidad latina a veces se queda atrás en no tener suficientes plataformas para difundir y activarse a recaudar fondos”.

Con su sonrisa Tico nos cuenta que Guerrilla Tacos es el cuartel de las donaciones. Y el refugio que están levantando en la calle Bay no es sólo para los que perdieron su casa. La idea es resguardar a aquellos que puedan ser hostigados por la migra. El futuro no es prometedor para los migrantes latinos. Los primeros aviones de deportaciones ya salieron rumbo a MéxicoGuatemala Colombia; publicó MILENIO.

Imagen: MILENIO.

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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