Por Eloy Garza
Hace muchos años, José Vasconcelos escribió un libro que fue súper ventas: “La Raza Cósmica”. Suponía que el futuro de la humanidad estaba en el mestizaje.
La idea no hubiera resultado tan descabellada, de no haber añadido Vasconcelos que los indígenas mexicanos eran seres inferiores.
Los aztecas, creía Vasconcelos, eran un pueblo de antropófagos, se comían unos a otros, sin cultivar ninguna de las bellas artes.
Nos escandalizamos con la visita a México del español Santiago Abascal de Vox, pero en México, tuvimos al abuelito de Vox: José Vasconcelos. Y no fue un lobo solitario aullando en una loma. Delante de mexicanos fascistas como el Dr. Atl, los líderes de Vox son unas almas de la caridad.
Cuentan los chismosos que a Vasconcelos se le ocurrió su tesis de la raza cósmica durante un viaje a Brasil.
El “Maestro de América” tenía corazón de hotel y se enamoró de una carioca mestiza: o más bien se erotizó tanto con su nueva conquista sexual, que le dedicó un libro entero elogiando la mezcla de razas, sin mencionarla a ella directamente.
José Vasconcelos hubiera sustituido la estatua de Cristobal Colón, no por una indígena, sino por una mestiza, con el cuerpo y la cara de su amante brasileña (por cierto, hay evidencias de que fue la misma amante de Alfonso Reyes, por la que casi deja a su esposa, pero esa es materia de otro artículo).
Vasconcelos era un machista de lo peor: homofóbico, anti-indígena y con certeza, al final de sus días, modelo de intolerancia. Todo queda muy prístino en sus artículos que escribió para la revista mexicana Timón, abiertamente nazi.
Estas prendas poco intelectuales, no son extrañas para los mexicanos ni para los brasileños: buena parte de la gente “pensante” (es un decir) de México y Brasil, hoy como hace setenta años, es machista, anti-indígena e intolerante.
Vox no es un partido sino una forma de ser, lo mismo entre franquistas que entre filo-fascistas en México; una forma de pertenecer a algo superior al común de los mortales.
A ciertos senadores panistas se les ocurrió probar con Vox, olvidando que con José Vasconcelos ya tenemos una herencia fascista propia.
¿Por qué los brasileños sí tienen como presidente a un Vasconcelos iletrado, sin ningún talento intelectual, como lo es Jair Bolsonaro, y en México prefirieron traer de España modas machistas y fascistoides?
Porque en Brasil están hartos de la clase política (hartazgo que también reflejaba Vasconcelos en sus discursos) y en México todavía respetamos en el fondo de nuestro corazoncito a los políticos del PRI, del PAN o de Morena.
Nuestro desfogue contra los políticos es buscar… a otro político.
Abascal no es un político: es un predicador de derecha. Bolsonaro no es un político, es un predicador de derecha. ¿Y AMLO? Él sí es un político, pero de izquierda. Y también un predicador, pero de izquierda.
¿Puede irrumpir en el escenario electoral mexicano un Vasconcelos fascista?
De momento no. Los invitados de Vox en México ya andan con el rabo entre las patas. Les echaron montón en las redes sociales.
Por lo pronto, a estos senadores les salió el tiro por la culata… aunque quizá el escenario cambie en un par de años.
Ya veremos qué se asoma por el horizonte de las próximas elecciones presidenciales.