Por Eloy Garza González
Alejandro Moreno “Alito” vino a Nuevo León la semana pasada a garantizar gobernabilidad con el gobernador electo Samuel García. Se reunió con el dirigente estatal del PRI José Luis Garza Ochoa, el líder de la bancada legislativa local Heriberto Treviño y los alcaldes priistas del área metropolitana. No estuvo Adrian de la Garza porque entiendo que se recupera de un traspiés de salud.
Imposible gobernar o ser oposición en un estado inviable. Y el Bronco dejó un estado con magra viabilidad, desfondado, con bombas de tiempo como Isssteleón, la apertura de planteles educativos y el Metro, entre muchas otras.
Manuel González, el segundo de Jaime Rodríguez durante casi todo el sexenio, con su estrategia de confrontación directa, soltó las riendas de la gobernabilidad.
Cuando un líder no está a la altura de su encomienda, pierden todos los actores políticos, independientes o partidistas.
Por eso, lo mejor que puede hacerse en esta etapa de transición es facilitarle las cosas al gobernador electo Samuel García, en vez de sembrarle un campo de minas, como quisieran algunos.
La lógica no es transigir: es conciliar. La pasada campaña fue un volcán en erupción. Hay que extinguir tanta llamarada y frenar tanta lava viva, sin dejar de responsabilizar a los culpables del desastre de gobierno.
En su reciente visita a la entidad, Alito tendió puentes con el gobernador electo Samuel García y ratificó que en Nuevo León la única luminaria que ostenta el PRI, hoy por hoy, es el alcalde de Apodaca César Garza Villarreal.
Los méritos de César son irrebatibles. Su victoria fue un oasis en medio de un desierto de derrotas para el PRI. Ganó el total de las 735 casillas que conforman el municipio. Y se llevó el triunfo en las urnas con una diferencia de 120 mil votos. Una verdadera aplanadora.
Los resultados electorales apodaquenses definieron una constante en las preferencias de los electores desde el principio hasta el final de la campaña. Doble mérito si se recuerda que pocas veces las reelecciones mantienen los índices de votación favorables a quien gobierna. Eso explica que César sea el Presidente de la Conferencia Nacional de municipios de Mexico (CONAMM).
Apodaca es un bastión priísta que bien puede ser sujeto de estudio para el priismo nacional. Sobre todo ahora que viene la sucesión presidencial del 2024.
Los comicios ratificaron a Cesar Garza como un estadista. Es decir, un hombre de estado.
Por eso el futuro del PRI en Nuevo León tiene como punta de lanza a César. Que nadie le escatime esa atribución.
¿Qué sigue para el priismo nuevoleonés? Orbitar en torno al liderazgo de César. Trazar una agenda encabezada por el alcalde de Apoca muy diferente a la que predominó en los últimos años. Restaurar la confianza de las clases medias. Reposicionar los cuadros locales del PRI: nuevas caras para nuevas circunstancias.
El siguiente nivel al que quiere llevar César Garza a Apodaca debe replicarse en Nuevo León. Quien no lo quiera ver así que lo diga abiertamente, pero tenemos que volver a ser un estado viable.
No es el PRI, son los líderes que encabezan ese partido político. Distingan la diferencia.